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viernes, 15 de abril de 2011

Lavado de Cara. (En Hoy por Hoy León, 15 de abril de 2011)

“Con la cara lavada y recién peiná”, cantaba Manolo Escobar a la niña de sus amores. “Niña de mis amores, ¡qué guapa estás!”, le decía en la canción. No decía mucho más, la verdad, que la letra, de puro sencilla, se quedaba en nada. Si tuvo tanto éxito se debe a la influencia de la discográfica Belter en los medios de comunicación de la época, a la propia energía del fenómeno mediático Manolo Escobar y al gusto que en el fondo todos tenemos por las cosas sencillas. Y también al ritmo frenético de la rumba, claro. El caso es que cada vez que doy un paso estos días por León, por el León turístico, se entiende, se me viene a la cabeza la cancioncilla de Escobar, por el lavado de cara que se está haciendo en muchos rincones ante la llegada inmediata de la Semana Santa y la posible visita de Su Majestad.

Me parece bien que el Ayuntamiento se esfuerce porque la ciudad luzca bonita, con su carita lavada, sin colores artificiales ni más maquillajes que los cuatro brochazos que se le han ido pegando por acá y por allá. Lo que sí veo es que ese esfuerzo debería ser permanente y no puntual. Es como si sólo nos planteásemos hacer una limpieza a fondo en casa cuando sabemos que llegan las visitas. Un poco de eso siempre hay, es cierto, concedamos que no está tan mal que desde el Consistorio lleven a todo trapo unas cuantas semanas para dejar el centro de la ciudad como los chorros del oro. Además, la iniciativa cuasi cordobesa del concurso de balcones pintará en balcones y terrazas “los colores de León”, que son los suyos, digo yo, y por eso son bonitos y además son naturales. Pena que el concurso se vaya a mayo y no pueda coincidir con los días fuertes del turismo, aunque, ¿quién sabe?, igual terminamos haciéndole la competencia a Los Patios de Córdoba y generando un reclamo turístico más. Lo que es macetones ya tenemos unos cuantos.

Hacer limpieza, sacar lustre, recuperar el empedrado donde estaba levantado, atender lo mayor, que dicen en mi pueblo. Una cosa que había que promover, al hilo de esto de atender lo mayor, es la existencia de aseos de uso público, porque no es la primera vez que se encuentra uno por la zona del húmedo a algún conciudadano aliviándose junto a un contenedor, por no hablar del recibimiento tan sublime que sufre nuestro olfato cuando aparcamos en el parking de la Plaza Mayor, cuyas escaleras de acceso se convierten viernes y sábados por la noche en una auténtica cloaca. Ya sé que es un tema de educación y civismo, pero como no lo vamos a resolver colocando botellas de agua en las esquinas, que eso creo que sólo funciona con los perros, algo tendremos que inventar. Podíamos empezar por exigir a la empresa que gestiona el aparcamiento que ponga más luz en esas escaleras. Es una pena que el Rey no tenga que dejar el coche en ese aparcamiento y subir esa escalera.

Y hablando de luz y de limpieza, ante la candidatura que presentó ayer UPyD para la alcaldía de León, cuyo número uno fue elegido contra todo pronóstico en unas primarias en las que se esperaba la victoria de la Coordinadora Local y de la que han desaparecido misteriosamente los miembros del Consejo Local de León, me pregunto: ¿será que son preferibles los nombres de algunas personas conocidas a los de quienes han estado trabajando con ilusión durante años? Triste operación de maquillaje.

sábado, 9 de abril de 2011

Vosotras, tan familiares. (En Hoy por Hoy León, 8 de abril de 2011)

Me imagino que al artista le horrorizará la idea, pero estoy seguro de que el día que alguien eche una moneda en la celda de las moscas y se empiece a correr la voz de que al hacerlo se cumple el deseo que se pida, tendremos peregrinos en fila esperando su turno para obrar el milagro. A los humanos nos encantan las buenas historias. No nos importa saber que ninguna moneda en una fuente nos asegura el regreso a una ciudad, seguimos creyendo que existe en algún lugar un pozo de los deseos, de modo que, en cuanto vemos una moneda sumergida en un estanque, allá que vamos nosotros con la nuestra. Es una superstición insensata, pero debe ser que lo traemos en los genes, porque, si no es así, ¿quien se explica el fenómeno tan infantil de las cadenas de mensajes de correo electrónico? Algunas cuentan historias tan peregrinas como una que me llegó hace poco en la que se aseguraba que, como este año hay cinco domingos en julio, si se reenvía el mensaje a no sé cuántas personas, la fortuna llamará a la puerta de quien lo envía. Lo divertido del tema es que en el asunto, la persona que me lo enviaba había escrito “por si acaso”. Algo así como diciendo, yo soy una persona adulta y esto no me lo creo, pero, por si acaso, ahí te lo mando.

Debo haber cavado setecientas veces siete la fosa de mi infortunio, porque soy uno de esos eslabones estúpidos que no creen que haya que hacer las cosas por si acaso y he roto cientos de cadenas. De todos modos, entiendo que haya quienes las alimentan, por eso animo a generar una fábula divertida a propósito de las moscas. Quizá entre los hosteleros deberían convocar un concurso de ideas, encontrar un gancho que sirviese para atraer la voluntad curiosa de los turistas, algo que, por sí mismo, el grupo escultórico de Arroyo seguro que ya despierta. No digo yo que vayan a venir turistas chinos ex-profeso para ver el unicornio, pero, una vez que estén aquí, seguro que el paseo por el Arco de la Cárcel se convierte en una parte obligatoria de la visita. Démosles más. Hagamos crecer la fabulosa fábula con la que ha teñido de fantasía el escultor este rincón entre las monumentales piedras de la regia historia leonesa para que la visita a nuestra ciudad tenga un atractivo más que contar cuando enseñen las fotos en sus casas de Florida o de Shangai. Seguro que el unicornio da que hablar. Había reyes que mandaban expediciones en busca de ralladura de cuerno de unicornio porque pensaban que ese polvo podía devolverles el vigor perdido a pesar de los años. Cierto que, en nuestros días, para eso ya hay cosas que se venden en las farmacias y nadie va a ir al fin del mundo a buscar un unicornio, pero si la gente es capaz de mandar por si acaso la cadena de los cinco domingos de julio, ¿no vendrán a ver el unicornio si les decimos que tiene poderes mágicos o algo por el estilo? Ya, ya sé que es una tontería, pero a mí el correo de los cinco domingos de julio ya me ha llegado dos veces.

A los turistas nos gusta mucho tirar monedas y hacernos fotos y pasar la mano por sitios extraños, tocar piedras o darnos cabezazos contra el relieve de una columna en un pórtico. Una pena que quede tan alta la mosca amarilla, allí no hay turista que llegue a darse un abrazo. Digo todo esto de los turistas a propósito de las moscas porque creo en las coincidencias –infantil que es uno- y no deja de ser una coincidencia significativa que en la misma semana en la que después de tanto tiempo se instala el grupo escultórico, se nos anuncie que el aeropuerto de León ya es a todos los efectos aeropuerto Schengen, con lo que eso supone para facilitar el tráfico internacional de viajeros. Ahora ya lo único que hace falta es que esos viajeros vengan y que el aeropuerto no quede para que aterricen moscas.

domingo, 3 de abril de 2011

Fariseos. (En Hoy por Hoy León, 1 de abril de 2011)

Ahora que se nos acerca el tiempo de “matar judíos” a golpe de limonada, antes de que nos lleguen los días grandes, propongo un entrenamiento previo a base de perseguir y desenmascarar presuntos fariseos. Esta suerte de especialización del ser judío, aquella secta que predicaba el rigor y la austeridad, pero que vivía contra los preceptos de la ley, ha dado nombre a una clase de hombres a los que podríamos llamar sencillamente hipócritas, algo que así dicho suena demasiado descalificador y que en realidad enturbia un poco la claridad del concepto. El concepto es el concepto, decía el gallego aquel de la película, dejando claro que en la vida se puede ser lo que se sea, pero no se debe ir contra la evidencia de las cosas.

Es curioso que el término “fariseo” sea un sustantivo exclusivamente masculino, aunque la cualidad de farisaico es extensible también al género femenino. El adjetivo nos permite expresiones como “adoptar una actitud farisaica” o “comportarse de forma farisaica”. Parece más fino este rodeo, así es que, en lugar de entrenarnos en el arte de “matar judíos” en los bares a la caza del fariseo, nos podemos conformar con señalar conductas que podrían calificarse como farisaicas. Por ejemplo, se habla estos días del cierre definitivo de un local de ocio en el que los menores consumían alcohol y compraban tabaco, pero no se habla en absoluto de por qué durante muchos meses se fueron acumulando denuncias y denuncias sin que nadie hiciera nada hasta que ha ocurrido algo que ha puesto en marcha la maquinaria de la ley, aunque tampoco se nos dice cuál ha sido ese resorte.

Es farisaica la campaña de publicidad e inauguraciones que hemos contemplado hasta este martes, justo el momento en el que se han convocado las elecciones municipales y autonómicas y se ha prohibido, en virtud de un acuerdo entre los partidos, la realización de publicidad o propaganda electoral hasta que llegue el día en el que comience oficialmente la campaña. Tampoco podrá haber inauguraciones ni campañas institucionales en las que los organismos alaben sus logros. Ya ven que están ocupadas por otros anuncios las vallas que hace días mostraban a los candidatos. Por no haber no habrá propaganda ni en bolis, ni chapas, ni mecheros.

A propósito de los mecheros, ambientazo fariseo en las terrazas de estufa y cenicero. En algunos bares se ve que les viene justo para pagar el gas de los ingenios pro conservación del cliente fumador, con lo que han decidido apretar las clavijas en algunos precios, especialmente en esas raciones fuera de carta que, con una sonrisa abiertamente farisaica, te ofrece con melodiosa voz una simpática camarera. Una costumbre que no es propia de León y que deberíamos denunciar todos, si no queremos cargarnos uno de nuestros principales activos.

Farisaica es la conducta de algunos prohombres que se han hecho famosos en la prensa por su pretensión de salvar mediante la compra al club más histórico del deporte leonés, una compra que en algunos casos fue un simple “bluf” y que en el último caso parece que nunca llega.

Pero, claro, uno nunca está libre de culpa, porque este mismo artículo es en algún sentido fariseo, y esa es la trampa con la que los fariseos juegan, que nunca estamos ninguno en condiciones de tirar la primera piedra, o eso, o no nos atrevemos, o lanzamos chinitas de escaso peso que no sirven para dilapidar a nadie.