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jueves, 20 de octubre de 2011

Un mundo sin móvil. (En Hoy por Hoy León, 14 de octubre de 2011)

Hubo un tiempo en el que vivíamos sin teléfonos móviles. Parece mentira, pero es verdad y resulta sorprendente cuando uno se para a pensar el poco tiempo que hace que se inventaron. Parece increíble que en aquella edad de piedra de la tecnología en la que nadie tenía móvil pudiéramos dar recados, resolver una avería en el coche en plena carretera, quedar con los amigos, llamar a una ambulancia, felicitarle las fiestas a las tías de Argentina. Y es impresionante ser conscientes de que tampoco hace tanto de eso. Y siendo así, ¿cómo hemos podido sobrevivir estos días sin BlackBerry? Nos hacemos esclavos de nuestros propios juegos, de manera que el juego mismo termina quedando por encima del propio jugador. La caprichosa dependencia que se está generando de forma masiva entre determinado grupo de jóvenes de clase media y media-alta, aferrados a sus BBs como insignia de un modo de vida, conduce a una situación de este estilo, una corriente de opinión que coloca al objeto a pocos pasos de lo que podríamos calificar de loca idolatría. ¿Quien no necesita una BlackBerry en estos tiempos tan agitados que nos toca contemplar? Vale decir que todos y que ninguno. Por cierto que, como es evidente, hablo de esta marca por la semanita que nos han dado, pero valdría cualquier otra. Y asusta pensar que la caída del servicio haya sido por causa de los recortes en la empresa. Su dueño dice que no es el caso, habrá que creer ciegamente en lo que dice.

         ¿Y cómo sería hoy un mundo sin móvil? Imposible pensarlo. Cuando sucede algo y se hace real, ya no tiene vuelta atrás. La humanidad conoce el teléfono móvil, y ya nada puede ser igual que cuando no existía, por mucho que alguien pudiera realizar la indeseable e ingente tarea de destruir toda la red de telefonía móvil. Me parece que, un poco, esa ha sido con León la filosofía de Zapatero, la idea de que, si hay un proyecto que se pone en marcha, aunque solo sea en el papel, ya existe, y en la medida que existe es imparable su acción transformadora. La última ha sido la del Instituto Confucio, una realidad que ya está en marcha y que no se convertirá en ningún cuento chino. Sobre la polémica de su inauguración dentro del plazo en el que la ley electoral prevé que no puede haber inauguraciones, poco se puede decir, salvo hacer una reverencia al Alcalde de León, quien generosamente empezó su discurso agradeciendo al César lo que es del César, algo que dice mucho en su favor y lo coloca en un puesto de privilegio en esto de dar al César lo que es del César.

         ¿Y cómo habría sido sin móviles el día de ayer para algunos políticos del PP? Lo digo por aquellos a quienes les sonó el teléfono por la tarde, ya fuese para ratificar su presencia en los puestos que interesan de la candidatura o para lamentar una ausencia imperdonable. Hubiera sido triste que no se les hubiese podido avisar y que anduviesen por entre la gente haciendo campaña para otros, -bueno, no, campaña no, que todavía no se puede- sin saber que serían ellos los candidatos o al revés, empeñándose en conseguir un voto que el vecino nunca podría depositar en una urna. Es igual, lo que cuenta es que de cara al 20N ya están las cartas sobre la mesa y se ve cual es el resultado que los dos principales partidos esperan. Lo habrán calculado en la BlackBerry.

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