Buscar este blog

viernes, 16 de marzo de 2012

Inagotable como el maná. (En Hoy por Hoy León, 16 de marzo de 2012)

Creo que es la primera vez que se me acaba la tinta de un boli Bic. Algunas cosas nos parecen inagotables y una de ellas son estos espectaculares bolígrafos que siempre perdemos antes de que se acaben. Yo pensaba que nunca dejaban de escribir, hasta que esta mañana me sucedió. Intenté darle aliento, hacer garabatos en una hoja del periódico, en la suela del zapato. Pero nada, esta vez el asunto iba en serio, en ese bolígrafo no había ni gota de tinta.

Me dio por pensar que, pese a la crisis, vivimos en un mundo de abundancia, en el que siempre que damos a la llave se enciende la lámpara del salón; cuando apretamos el botón de la lavadora, empieza a dar vueltas; sale agua al abrir el grifo. Los supermercados están llenos de alimentos que, mejor o peor, podemos llevar a casa; en las tiendas se venden todos los días prendas con las que nos vestimos, aunque ya no estemos para muchos caprichos y, si bien es cierto que hay comercios que sufren enormes caídas de ingresos, la mayoría abren y cierran sus puertas cada día, atendiendo a clientes que están dispuestos a comprar.

Nos parece que el mundo es un boli Bic, uno de esos bolis a los que nunca se les acaba la tinta. Y una de las consecuencias que se siguen de este modo de entender el mundo como pozo inagotable es que tratamos los recursos naturales como si nunca se fuesen a terminar. Tal vez nunca se acaben, pero creo que sería mejor no seguir utilizándolos como quien escribe con un Bic, que nos convendría entender que quizá algún día la tinta se agote, que podría pasar que no hubiera más petróleo, que no hubiese agua para alimentar los grifos. Esta sequía nos avisa, nos dice que el agua puede ser un bien escaso, un tesoro que vale la pena administrar. Se entiende que los agricultores exijan a José Valín los desembalses antes de que sea demasiado tarde y se entiende también la advertencia de la CHD de que controlará el uso que se hace del agua y digo yo, ¿es que antes no se hacía? Es la misma mala administración en la escasez que en la abundancia la que no se preocupa por la aplicación correcta de los recursos. Lo estuve viendo el sábado en el monte. Habíamos ido a echar una mano a un vecino que ha cogido una suerte de leña. No se trata de lo que se dice una buena suerte, porque los robles están en la zona menos accesible y más empinada de todo el monte comunal del pueblo. Será por eso que se nota que hay un abandono de años, una más que discutible elección de los árboles que se han ido cortando y un descuido a la hora de retirar podas que casi da miedo, porque está todo el suelo tapizado de restos de talas anteriores que se han ido dejando de cualquier manera y en cualquier sitio. Hay incluso troncos enteros que fueron cortados en su día y que después no hubo fuerzas para arrastrar y recoger. Se ve que a alguien se le llenó el ojo antes que la tripa y, ante la abundancia y generosidad del bosque tiró por la vía de en medio a cortar todo lo que pillaba sin pensar si después se lo podría tan siquiera llevar.

Vivimos en ese mundo de la abundancia que nos retrata el anuncio de Loewe, un mundo chachi, guay y supermaravilloso y si no, que se lo digan a los miles de jóvenes que ayer se reunieron en la exitosa espicha de Industriales, apuesto a que más de uno bebió como si el maná nunca se acabara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario