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domingo, 22 de abril de 2012

Libros Libres. (En Hoy por Hoy León, 19 de abril de 2012)


         Tengo pendiente una charla con José Antonio Sánchez, presidente de la Asociación de Libreros de León. Me dijo hace tiempo que le gustaría contarme algunas de las dificultades con las que se ha encontrado para organizar esta Feria. Ayer, cuando le llamé, seguro que no era el mejor momento y me imagino que en estos días previos a la inauguración estará sobrepasado de quehaceres, ultimando detalles, ajustando un programa que todavía no se había hecho público a día y medio del pistoletazo de salida, pero del que ya se conoce alguna cosa. Se sabe que el tema de la Feria es el de los Libros Sagrados, convocando, en uno de los actos centrales, una mesa redonda en la que intervendrán representantes de las tres principales religiones monoteístas: cristianos, judíos y musulmanes.

         Me interesa el tema. No tanto el del diálogo entre religiones, que también, como el del Libro Sagrado. Me interesa, porque siempre he creído que los libros nos hacen libres. El libro, me da igual en papel o en formato electrónico, ese baúl que atrapa nuestra humanidad -el conocimiento, la memoria- y que la muestra para que la descubra cualquiera que simplemente lea, nos abrió el camino de la libertad, desde los primeros papiros, hasta los PDFs. Un camino hacia la libertad que se empezó a convertir en autopista con el maravilloso descubrimiento de Gutenberg, la posibilidad de hacer multitud de copias de la misma idea, difundirla a los cuatro vientos, gritarla en el silencio negro de la tinta para que todos los oídos que lo quieran hacer, oigan. Y si es verdad que los libros nos hacen libres, por el conocimiento, sí, pero también por la belleza, la pura belleza de la poesía, la belleza audaz de una novela, también es verdad que han sido armas. Por eso los totalitarismos los han prohibido, han confeccionado listas, han promovido censuras, han quemado en la hoguera lo que no les convenía. Se han destruido valiosas bibliotecas, verdades en perspectiva múltiple, asoladas por la verdad única sostenida con pulso firme en alguno de esos Libros Sagrados. Ese es el tema que me interesa, porque se dice que uno de los factores que contribuyeron al nacimiento de la filosofía en Grecia es precisamente la ausencia de un Libro Sagrado, la necesidad de cubrir con el ingenio el hueco que en otro caso habría cubierto la verdad oficial de la Palabra Revelada. Algunos dirán que la filosofía ha hecho más daño que otra cosa, pero no podrán negar que la propia idea de lo que es el mundo en que vivimos, desde los avances científicos más sorprendentes hasta el modo en el que nos organizamos política y socialmente, son fruto de la tradición filosófica que arrancó hace más de dos mil seiscientos años en las privilegiadas playas de lo que hoy es la rescatada Grecia y la silente Turquía.

         No sé por qué me enredo en este enredo, cuando solo quería decir que el lunes es la fiesta del libro, que, para entonces, con los euros que sobraron de la edición anterior, porque para esta no hay ni un céntimo, habrá arrancado la Feria de este año que hace ya el número 35. Valdrá la pena darse una vuelta por San Marcelo, aunque no vengan este año las estrellas de otras ediciones. Y, por cierto, si se encuentran un libro sin dueño, léanlo y después déjenlo libre. Puede que sea uno de los 5.000 libros que entre MUSAC y otros setenta museos ponen hoy en libertad.

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