Buscar este blog

viernes, 18 de mayo de 2012

Autopistas en tiempos de crisis. (En Hoy por Hoy León, 18 de mayo de 2012)


Ayer tuve que hacer un viaje de ida y vuelta en el día a Madrid y, aunque sé que es mucho más sensato viajar en autobús o en tren, lo hice en coche. También sé que no es extraordinario, que diariamente muchas personas tienen que hacer viajes semejantes. Es más, tampoco para mí es algo extraño, sino que es algo que he tenido que hacer muchas veces. Lo que ocurre es que ayer, por fin, pude constatar algo que ya venía sospechando: las carreteras se hacen solas.

Desde hace bastantes meses la autopista A-6 está en obras entre Villacastín y San Rafael. Las últimas veces que he pasado por ahí todo era un despliegue de señales, desvíos, advertencias, máquinas. Una promesa de actividad que, francamente, como pasaba a horas un poco intempestivas (muy temprano en la ida y demasiado tarde en la vuelta) me parecía normal que solo fuese eso, una promesa. En cambio ayer, mientras escuchaba en la radio todo el aluvión de inquietantes noticias económicas que nos regaló el jueves, me coincidió pasar por el tramo en obras en horas de trabajo y efectivamente, allí estaban los obreros con sus monos verdes reflectantes, allí estaban moviéndose las máquinas, los vehículos de señalización. Y lo vi. Vi que el arreglo de la carretera había avanzado, que la obra estaba muy adelantada, pero a la vez me di cuenta de que en los grupos de trabajadores, repartidos en pequeñas cuadrillas a lo largo del tramo, casi ninguno de ellos trabajaba. Lo comprendí de inmediato: las carreteras se hacen solas. Es pura magia. Y también pensé que es normal que, con la crisis de las constructoras, muchos trabajadores se hayan reconvertido, pasando del alicatado de baños al aplanamiento de áridos y que es normal que no se les dé tan bien una cosa como la otra. Bueno, el caso es que la obra avanza, a pesar de la crisis y del modo tan espectacular en que las cuadrillas entienden la palabra productividad, pero, aunque avance, todos los que queremos ir a Madrid desde el noroeste seguimos sufriendo los inconvenientes de esas obras, sin que eso signifique una rebaja en el peaje.

Supongo que, si algún tecnócrata alemán hubiera visto cómo trabajaban los operarios, se habría echado las manos a la cabeza. A los españoles nos gusta ser como somos, con todas nuestras contradicciones. Una pena que durante años y años la cultura del todo vale se haya aprovechado de las circunstancias hasta llegar a esta difícil situación en la que nadie se fía de nadie. Nadie se fía de las empresas, ni de los trabajadores, ni de los sindicatos, ni de los bancos, ni del gobierno mismo. Vivimos en tiempos extraños en los que estamos siendo víctimas de una guerra en la que ni siquiera estamos seguros de estar participando. Vivimos, tras el todo vale, en la cultura de la sospecha. Eso sí, cada vez que vayamos desde León a Madrid, tendremos que seguir pagando nuestro peaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario