Es algo que decía Gómez
Caffarena: “no confunda trascendente con trascendental”. La cita no es mía,
porque yo no bebo de las fuentes tanto como debería, sino que la he tomado de
un compañero que estudió filosofía en Comillas y conoció al viejo profesor de
primera mano, por lo que debe ser legítima. Viene a cuento por lo que ha dicho
el Alcalde de Ponferrada del Mundial de Ciclismo, que por lo visto, según él,
va a ser un evento de entidad trascendente.
No digo yo que todo el mundo
tenga que entender de filosofía, y mucho menos, aunque debería, alguien que, en
estos tiempos de urgencia electoral, se dedica a la política, actividad a la
que se ha despojado de toda dimensión reflexiva, convirtiéndola en algo plano,
aplastado en el día a día de la lucha por el sillón, el proceso inmediato de
acción y reacción a los vaivenes de la opinión pública y la presión de las
instancias superiores, ya sean del propio partido o de las instituciones que
están por encima del ámbito de cada uno, el Alcalde sobre el Concejal, la
Diputación o la Consejería sobre el Ayuntamiento, la Junta sobre los
Consejeros, el Gobierno sobre las Autonomías, Europa sobre los Gobiernos, los
Fondos de Inversión sobre todas las cosas. Y de pararse a pensar, no hay
tiempo. Así es que ¿cómo va usted a pretender que haya un Alcalde que distingue
entre trascendente y trascendental? También es dudoso que pueda tener entidad
un evento. Claro que el mundo es lo que acontece, lo que sucede. Lo que
eventualmente puede suceder o va a suceder, también lo es, supongo. Quizá por
eso vale decir que ese evento tiene entidad y sí, quizá sea trascendente,
aunque, me imagino que el Mundial no es algo que está más allá de los límites
de cualquier conocimiento posible. O tal vez sí, ¿quién sabe de esto lo
bastante como para señalar la línea que separa lo que es posible conocer de lo
que no?
En realidad todo esto no es más
que una defensa de la filosofía, una defensa animada por la iniciativa del Aula
Hospitalaria del Hospital de León que quiere poner en marcha un aula de debate
para abordar con los niños ingresados en la planta de Pediatría los temas
eternos del hombre, la realidad, la felicidad, la realización personal, la
belleza, la vida en sociedad y, por supuesto, tratándose de niños enfermos, la
reflexión sobre la salud, la vida y también, aunque se haya convertido en tabú
en el aséptico mundo de plexiglás que nos vende la publicidad, el carácter
inevitable de la muerte. Me gusta la iniciativa, porque tiene valor. Valor para
la vida, valor para las personas, más allá de que algún día, alguno de estos
niños llegue a ser Alcalde y distinga trascendente de trascendental, en el
sentido de importante, porque el viejo Kant quería decir otra cosa cuando
empleaba este concepto.
Por cierto que ya nadie escucha
la radio en los hospitales. No sé si aquí en León se hacía, pero en Ciudad Real
había un programa en Radio Popular que se llamaba “Radio Alegría. La voz de los
enfermos”, que servía para entretener las horas de tedio en el encierro hospitalario
con un sencillo esquema de mensajes entre los pacientes y sus familias y los
allegados del pueblo. Tenía un punto macabro que no creo que valga la pena
recuperar. En esto hemos ganado mucho con el móvil y el “guasap”.