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sábado, 17 de noviembre de 2012

Pontificar. (En Hoy por Hoy León, 16 de noviembre de 2012)


Que estuviera otra vez una garza enamorada cortejando un árbol seco, confundida por las sombras con el débil sol que todavía brillaba a primera hora del jueves, debería ser noticia de portada, como lo fue este miércoles la foto de Ana Obregón con los chicos de Amidown en la presentación de su calendario solidario. “Tómate tiempo para conocerme” es la frase del mes de marzo, ese en el que sale la foto de la famosa con una niña en brazos. Doce meses, doce frases, doce caras conocidas. Tómate tiempo, antes de dejar volar los prejuicios.

Hay una garza que a veces se confunde y posa enamorada junto al Puente de los Leones, creyendo que un tronco deshojado es el amor de su vida. Es la belleza de lo auténtico junto a la vanidad de la pose.

No hay nada más auténtico que regalar. La belleza del regalo está en su gratuidad, en su absoluta falta de pretensiones. Regalar tiempo, regalar sonrisas, regalar poses. Curioso bucle, que sea la pose de los famosos ante el objetivo de Andrés de la Torre, el auténtico regalo en este proyecto solidario. Curioso, sí, descubrir bajo la apariencia más frívola y superficial, una llamada de atención hacia el respeto. Tómate tiempo para conocerme. No seas tan bruto de rechazarme solo porque tengo una cara muy famosa o porque al capricho de la genética se le ha ocurrido regalarme un cromosoma de más.

Y ya que el tema es lo auténtico y lo fingido, hablemos de la huelga general. 

Sé que lo han señalado en muchas partes y que a estas alturas de la semana ya van a estar hartos de escucharlo. Quiero decir que, vistos los números, la consecuencia del día 14 es saber por qué tuvo un seguimiento tan desigual la huelga y en cambio las manifestaciones fueron multitudinarias. ¿Tiene esto algo que ver con el tema de la pose y lo real? No sabría decirles. 

Lo que sí veo es que sería equivocado que los sindicatos se anotasen la jornada como un éxito rotundo, porque no lo fue, ya que se convocaba huelga general y no una manifestación. Del mismo modo, entiendo que sería una locura que el gobierno hiciese el Don Tancredo una vez más mirando solo los datos de consumo eléctrico como si aquí no hubiera pasado nada, porque los miles de personas que salieron a la calle atestiguan que algo pasó y fue importante. Si quieren esperar a que el tema se les vaya de las manos, como ocurrió en Cataluña, es su decisión, porque los ciudadanos hablaron alto y claro y mostraron en la calle su hartura. Y eso no fue ninguna pose, que la indignación es auténtica y el enfado, por mucho que digan los votos, muy real.

Lo peor del asunto es que los sindicatos se sientan autorizados a pontificar a la vista del volumen de la protesta. Sería por el efecto del eco de los megáfonos, pero el discurso de los oradores sindicalistas sonaba a homilía dominical. No hablo del fondo, sino de la forma. El sonido que llegaba a los congregados en la Plaza de San Marcos recordaba aquellos sermones de otro tiempo. Me consta que hubo quien no estuvo dispuesto a escuchar, quien llegado el momento se dio media vuelta y se marchó. Quizá esa sea una forma muy auténtica de protesta, acudir a la manifestación y marcharse ante la arenga final.

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