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viernes, 27 de diciembre de 2013

Esa cosa tan extraordinaria que es nacer. (En Hoy por Hoy León, 27 de diciembre de 2013)

Hace unos días estuvimos disfrutando de la magia de un bosque de acebos en la ruta que baja desde Fasgar hasta el pueblo con el nombre más largo de España: Colinas del Campo de Martín Moro Toledano. Me dejaría la columna entera en describir el rojo de los serbales, las caprichosas formas del hielo brotando de las fuentes, la geometría de los campos envueltos en escarcha, el verde jade de las fuentes de los arroyos que se amontonan junto a la ermita de Santiago para ir conformando el Boeza, el brillo de la Navidad en los acebos, el río encajonado en un valle abierto a cuchillo por las aguas hasta llegar a los puentes del pueblo, las montañas blancas en la cima y de terciopelo verde en la falda. Unos minutos de silencio para escuchar el sonido del mundo, arropados por el sol en la soledad desnuda de una peña.

Luego, después de la comida y de los cánticos, nos acercamos hasta Folgoso para ver el Belén, ya en el camino de vuelta hacia León y es aquí donde realmente empieza lo que hoy quiero contarles. ¿Saben qué me paso? Me dio por pensar en lo extraordinario que es una cosa tan sencilla como un nacimiento. No. No me mal interpreten. Cuando digo nacimiento no me refiero al Belén, que eso, a la vista del de Folgoso, me parece algo complicadísimo, lleno de delicados artilugios, muñecos que se mueven con perfección de autómatas, variaciones climáticas a voluntad del creador del invento para representar las distintas estaciones y hasta se podría decir que un pequeño museo etnográfico en miniatura, recordando tareas y costumbres ya prácticamente desaparecidas de los pueblos. No. Yo me refiero al sencillo acto de nacer, eso que tan naturalmente sucede todos los días y que tiene en sí la extraordinaria belleza de la simplicidad y la incomprensible audacia del milagro. En Colinas solo hay un niño que viva en el pueblo. ¡Fíjense qué estadística! Solo uno. Uno que nació hace un año y medio, pero que era el primero en nacer en quince años. ¿Se dan cuenta? La persona de menos edad de ese pueblo le saca quince años al único niño. Y, claro, las tradiciones, el modo de hacer los trabajos, los cuentos de filandón, los cantares, los vestidos de fiesta, todo eso se va perdiendo, porque ya no tiene sentido preservarlo si no es en un museo o en un belén en miniatura, como ese tan nombrado de Folgoso.


Los padres de ese niño que ahora corre por Colinas son una de las ocho parejas jóvenes que actualmente viven allí todo el año, jóvenes que, aunque en algunos casos trabajan en Ponferrada, han optado por la vida sencilla del pueblo. Porque es más barato, me dijo alguno. Todavía quedan cesteros en Colinas. Todavía se aprecia el ritmo de las tareas del pueblo. No está muerto. Todavía se da en él el milagro del nacimiento. Me contaba una muchacha marroquí que cuando una niña nace sin que su madre rompa aguas, es decir, cuando nace envuelta en la bolsa amniótica, sus padres tienen que ponerle de nombre Ajouba, porque es algo muy especial que haya nacido así, protegida por Dios. Yo conozco a una mujer que se llama de este modo y saber esta historia me ha hecho pensar en el milagro que es nacer, en el milagro de que haya un niño que nazca en un pueblo moribundo del Bierzo. Y eso que, como me decía el amigo Mario, todo es bien sencillo. Tan sencillo como decir: “Obligado te veas”.

Nota Bene: Hasta el punto anterior, lo que se oyó por la radio, el texto que estaba escrito desde días atrás. Hoy, tendría que añadir una nueva línea, una línea que escribí ayer y que me tienen que permitir que sea así de hermética y personal: "Bienvenida María. Enhorabuena a los padres y a los abuelos. Luis, no te preocupes, que tener una hermana pequeña no es tan malo como parece".

viernes, 20 de diciembre de 2013

Sabañones. (En Hoy por Hoy León, 20 de diciembre de 2013)

Hay palabras que describen una situación. Por ejemplo esta: sabañones. La palabra, así, en plural, como casi siempre tenemos que emplearla, expresa por sí sola todo un estado de cosas. Pero ella dijo: “Tengo sabañones, por eso me duele el pie”. Quizá no habría hecho falta tanta aclaración, solo con decir “sabañones” habría bastado, pero la muchacha tuvo la necesidad de explicarlo más. Tuvo que decirlo todo. Tuvo que componer una frase completa para decir que le dolía el pie, porque tenía sabañones. Era una muchacha de quince años, alguien que seguramente no tendría por qué saber qué es eso de los sabañones. Se acaba de mudar de barrio y vive con su hermana y su madre en una casa en la que no se puede encender la calefacción, porque el dinero apenas llega para cubrir necesidades más básicas que la de mantener una temperatura confortable en el salón.

Lo venimos oyendo en muchos foros, lo oímos con la lejanía confortable de quien oye llover amparado por el cómodo algodón de la suficiencia. Sabemos qué es eso de la pobreza energética y nos parece oportuna la iniciativa de exigir una moratoria para que las compañías de suministros básicos sigan prestando sus servicios, durante el invierno, a quien no los pueda pagar, aún a riesgo de saber que para muchos eso será una injusticia, porque, el sentido de lo que es justo y lo que no, está envuelto en una delgada capa de papel celofán, de manera que cada uno lo ve con el color en el que se envuelve y eso es lo que nos permite entender que haya quienes piensen que lo de la jueza de Marbella con el asunto del ático de la mujer del Presidente de la Comunidad de Madrid es una injusticia o que lo es la iniciativa de la Comisión Europea en el asunto de los clubes de fútbol españoles. Lo ilegítimo, lo ilegal, lo injusto, lo inmoral, lo impresentable, no son grados de una misma realidad. Son conceptos totalmente distintos, solo que, en las tertulias de la radio, de la tele y en las columnas de opinión, los mezclamos a nuestro antojo para sostener ideas ocurrentes, para defender una verdad en la que creemos o sencillamente para atender las directrices del partido de turno. Pero todos sabemos que es injusto que una niña de quince años tenga que soportar el frío del invierno de León sin poder encender un aparato para calentarse. Se lo hemos oído a Beatriz Gallego hablando en nombre de Cáritas: en los últimos cinco años las peticiones de ayuda han crecido un 600 por cien en esa organización y las ayudas que se conceden son fundamentalmente para lo más básico, pero también para pagar los recibos de suministros, sobre todo gas y electricidad, algo que está creciendo de manera espectacular. Menos mal que también crecen las donaciones. Quizá porque sabemos de qué se nos habla cuando se nos habla de justicia.


Pero me quedaba pensando en esta muchacha de los sabañones, esa niña que va a pasar frío esta Navidad, y me doy cuenta de que lo que yo puedo hacer por ella es muy poco, apenas decirlo aquí en la radio, para agradecer el gesto de quien hace donaciones con la intención de hacer justicia y como mucho solidarizarme con ella tratando de saber cómo va a venir de frío este invierno, deseando que los días que nos quedan no sean crueles con ella. Por cierto, que me llegó ya el calendario San Jorge para la agricultura y la construcción, una joya que elabora todos los años Paco Alonso y que para este invierno predice días fríos a partir de la tercera semana de enero.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Hipócrita, hortera y bonito, como la Navidad. (En Hoy por Hoy León, 13 de diciembre de 2013)

Es una cita de un best seller con apariencia de manual que se titula “211 cosas que una chica lista debe saber”. Dice así: “las mujeres utilizan el sexo para conseguir lo que quieren, mientras que los hombres son incapaces de hacerlo porque lo que quieren es sexo”. Me resulta inquietante lo extendido del cliché. Me acordaba de ello el otro día porque a una maestra le dijo un chaval de doce años: “oye profe, ¡qué guapa vienes hoy! ¿Sabe tu padre que has venido así hoy al cole?” ¿Se acuerdan de la canción de Manolo Escobar? ¿La de la minifalda y los toros? Hoy, actitudes como esa, están en todas las campañas de prevención de violencia hacia las mujeres como el “abc” de lo que se consideraría una conducta típica de posible maltratador.  No me gusta que a los toros te pongas la minifalda, no quiero que vayas con esas amigas tuyas, tienes que dejar de estar tanto con tu hermana que te como el coco, y demás exquisiteces. Cosas que una chica lista debería saber aunque no estén escritas en el libro. Un libro que, por cierto, parece que no está escrito por una mujer, sino que su autora es el alter ego femenino de un escritor americano que ha tenido un éxito enorme con su libro “211 cosas que un chico listo debe saber”. Me pregunto qué clase de sociedad es esta en la que pueden tener éxito libros semejantes, en la que alguien se interesa por un manual que incluye entre las 211 cosas que un chico debe saber conocimientos tan importantes como el modo de ordeñar una vaca, cómo recuperarse de una resaca o cómo impresionar a una chica sin arruinarse.

Tiene una biografía interesante este autor, un hombre que ha pasado por multitud de ocupaciones, alguien que ha sido entre otras muchas cosas, maestro, dibujante, escenógrafo, gerente de una tienda de juguetes, impresor, hasta reportero radiofónico. Seguro que cuando era maestro ninguna alumna le preguntó si su madre sabía que iba muy guapo al cole. Ahora dice su biografía que, sencillamente, vive en la costa y disfruta de una dieta rica en carne picada. Un poco esa es la aspiración, la imagen del éxito, que en la última línea de tu biografía se describa sencillamente que vives en la costa y que no tienes ya nada más que hacer. Cosas que un chico o una chica deben saber. Yo diría en el número uno de esas cosas que se deben saber que la realidad no es como se dice en los libros y que no es verdad que los chicos piensen como chicos y las chicas como chicas. Los libros tienen ya sus añitos, pero seguro que se seguirán vendiendo estas navidades.


Por cierto, unas navidades de quita y pon, al menos en lo eléctrico. Vinieron el fin de semana pasado y se fueron a descansar hasta mañana, que hay que ahorrar en la factura de la luz. Estarán contentos los comerciantes con esta decisión de la concejala de adelantar el encendido permanente a este fin de semana. Así parece que la Navidad ya ha llegado para quedarse y que el espejismo del Purple Weekend, porque en León el puente de la Constitución o de la Inmaculada, según se mire por la izquierda o por la derecha, hace ya muchos años que es el del  Purple, no fue una concesión aislada. Estuvimos viendo las luces con los niños y no sé cuál de ellos lo dijo, pero me hizo gracia y lo anoté en mi memoria: “Esto de encender las luces solo durante el puente es hipócrita, hortera y bonito, como la Navidad”.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Black Friday . (En Hoy por Hoy León, 29 de noviembre d e 2013)

Renacer en un Día de Acción de Gracias podría ser una premonición. Tampoco es propio decir renacer, sino nacer, porque este nuevo periódico no es aquel que se acabó en verano. Elijo renacer porque me parece más espectacular el renacimiento, el resurgir de lo que se creyó perdido. Por eso, aunque no es lo mismo, quiero creer que es un nuevo impulso que renace de aquellas cenizas. Quiero ver en esta Nueva Crónica algún reflejo de la vieja.

Tenía que empezar por ahí, con la bienvenida a esta nueva voz que llena el hueco vacío desde el verano, aún a riesgo de volver a caer en el error de pasear por varios temas sin llegar a profundizar en ninguno. Entiéndeme, José, tenía que saludar a la Nueva Crónica. No podía pasarlo por alto, aunque el tema principal de hoy sea la concejala de Campazas y su alcalde, no por sí misma, ni por sus declaraciones, que también, sino por el modelo que representa, ese modelo que se puede ver en su página de Facebook, bajo la idea de que todo está a la mano del que lo quiera coger. Se olvida el personal de que lo que se publica en Facebook, en Instagram, en Twitter, o en cualquier otra red social, en el momento en que se publica deja de ser privado y ya no es solo para consumo propio. Todo lo que se pone en ese escaparate está a la vista de quien quiera mirar y a la vista está el modo de vida de la concejala, su amor por los caballos y su afición a la fiesta. Seguro que en su vida hay muchas cosas más, pero lo que se ve en el ojo de su Facebook es eso, claro que, ¿por qué otra cosa nos vamos a preocupar en la vida? ¿No creen? 

Dice que es un calvario por lo que está pasando, que los medios están sobredimensionando el asunto, que es víctima de una guerra entre partidos. Dice la concejala que la marihuana era para su consumo y el de su marido y el Alcalde la respalda, porque no es una traficante, porque de lo que estamos hablando es de dos plantas. Lo que quiero decir con todo esto es que hay un modelo del éxito que es políticamente inaceptable, pero que es el modelo que triunfa, ese modelo construido sobre la más superficial forma de abordar la vida en sociedad. Ya, ya sé que es muy atrevido juzgar a alguien por una noticia, unas fotos y un maletero con marihuana, por eso no juzgo a la persona, sino que digo que hay un modelo al que parece representar que es absolutamente inaceptable, como es inaceptable que, después de todo lo que ha pasado, el alcalde siga cobijándola bajo su ala con el único objetivo de mantener la vara de mando. Pero todo esto son obviedades. Entiéndanme, son cosas que cualquiera ve. Lo que me preocupa de este tema es lo difícil que es ahora hablarle a un muchacho que se está formando y explicarle que no es por ahí, que ese no es el modelo, que el modelo correcto es el del sacrificio, el esfuerzo y la asunción de responsabilidades, el compromiso con uno, la integridad de uno mismo y la solidaridad con los otros. Ardua tarea, si no imposible.

Pero no seamos hipócritas. ¿De qué nos extrañamos? Esta es la cultura que queremos implantar. ¿Ves Jose? Cosas que no van contigo. Y yo, otra vez mezclando los temas, porque hablando de culturas importadas y para terminar en círculo, quería recordarte que hoy es el Black Friday, el primer día después de Acción de Gracias, la fiesta del consumo, algo que algunas grandes tiendas quieren importar de América. Punto de partida para el festival consumidor navideño, pero otro tipo de consumo, uno que no es solo mi consumo y el de mi marido.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Estrellas, mariposas, mariquitas por el cuerpo. (En Hoy por Hoy León, 22 de noviembre de 2013)

Quizá lo que pasa es que es algo que todos tenemos escondido en algún rincón de nuestro cuerpo, que da sentido a cada gesto, algo que ilumina. Es como un botón que se enciende. Me lo imagino como un pulsador rojo de plástico que se aprieta y se queda enganchado en la posición “on” y que se vuelve a apretar y se suelta para colocarse en “off”. Ese pulsador, que cuando está enganchado es lo que da brillo a la mirada, está en la intimidad de cada uno y cada uno sabe hacerlo funcionar, solo que se nos olvida que existe. Y quienes lo mantienen pulsado saben colocar el foco y consiguen resultados óptimos en lo que hacen. Esa es la sensación que he tenido en su restaurante, que andan con el foco encendido, con el resorte en “on”, haciendo fácil todo lo que ocurre desde que traspasas la puerta de la calle. Por eso me gusta hablar hoy de su estrella, esa que les han vuelto a reconocer esta semana. No se trata de comer mejor o peor. Se trata de saber envolverse en el brillo de esa estrella, un brillo que está por todas partes y que procede de ellos, de su ilusión y su trabajo, de ese algo escondido que han sabido encontrar dentro de sí. No, no estoy hablando de políticos, ya se han dado cuenta, estoy hablando de arte, de Cocinandos y yo también me uno a esa voz unánime de enhorabuena. Es fácil subirse al carro del éxito. Lo hacemos demasiado a menudo, nos subimos rápido al tren del éxito de la misma manera que ahondamos sin consideración en el pozo del fracaso. Todos nos apuntamos a lo fácil, pero…

Por mucho que nos apuntamos a esas campañas que todos seguimos como un tropel de niños hechizados por una flauta mágica, está por ver que lo hagamos con brillo suficiente en la mirada. Hacer las cosas porque las hacen otros, decir que nos gusta lo que sabemos que nos tiene que gustar porque así lo dicen los que saben, abandonarse a la tiranía de la moda o de la corriente de opinión más numerosa, no dejan de ser comportamientos ciegos, pueriles, como el de estos muchachos nuestros a los que les ha dado por decir que es bonito llevar el pantalón a medio calzoncillo. 

No es el caso, pero por mucha estrella que tenga un restaurante, por mucho lujo que se exhiba a la puerta de un hotel, tenemos que juzgar por nosotros mismos, por nuestra propia sofisticación o sencillez. Cada cosa en su estilo, la comida de las Jornadas de la Matanza de Puebla de Lillo, pongamos por caso, también es digna de un reconocimiento estrella. Debemos valorar las dos cosas y ser libres, tener la capacidad por lo menos de poder decirlo.


Pero hay campañas y campañas. Este lunes se celebra el Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer y ya muchas y muchos han decidido recordarlo colocando una imagen "ad hoc" en su estado del móvil. Me parece bien. Ojalá ninguno utilice ese mismo móvil para ejercer esa misma violencia. 

Me gusta, en este sentido, una campaña de sensibilización que recuerda a las víctimas escribiendo su nombre en las alas de mariposas moradas a la vez que enseña otras muchas mariposas volando libres e intocables. Este es mi artículo de hoy, recordar la buena estrella y también la mala. Me viene a la cabeza la película de Ricardo Franco sobre este tema y me acuerdo de las mujeres que han muerto a manos de quienes las amaron, de esos que un día dijeron sentir que al mirarlas les recorrían mariquitas por el cuerpo, como si estuviesen encendidos, iluminados bajo el sol de la Toscana.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Leonesismo encastillado. (En Hoy por Hoy León, 15 de noviembre de 2013)

Ayer a media mañana había un cielo de esos que te obligan. Un cielo leonés morado en el azul por todos los rincones, sin una mancha de algodón de nube, con el brillo del azul claro del mar lejano en el horizonte. Es ese azul que solo vemos aquí. No hace falta que dé más explicaciones, porque todos los que vivimos bajo este cielo sabemos de qué color estoy hablando y entendemos a la primera qué luz especial es esa que describo. Una luz tan bella que se puede pintar con palabras. Y no hacía frío, esa es la pena, porque esa luz y ese cielo, con el sol encendido en los días fríos del invierno es una de las delicias leonesas más genuinas, más, si cabe, que la morcilla del Húmedo o el prieto picudo de las bodegas.

Y en ese momento tan leonés, me dio por preguntarle a un leonesista qué pensaba de la UPL y me dijo textualmente: “si no existiera, habría que crearla”. Lo bueno de su respuesta es que realmente no sé si es militante o no del partido, que me parece que es defensor de lo leonés por genética y no por ideología, aunque casi diría que su genética es una genética culta, una consecuencia exacta de su conocimiento de la historia, especialmente de la historia de esta tierra. Y va y dice que si no existiera la UPL habría que crearla, porque hay todavía muchas cosas en esta tierra que deben ser reivindicadas. ¡Curioso tema! Lo comentaba yo el martes dando un paseo por las calles medio desiertas en las cercanías de la Plaza del Grano, escuchando a un amigo mío que me explicaba la experiencia mística que había tenido al quitar el Whatsapp de su móvil. “Hay vida después del Whatsapp”, decía, “sobre todo para la batería”. Y se moría de risa, mientras caminábamos por aquellas calles silenciosas, abandonadas de sí mismas, que en manos de los ingleses o de los catalanes estarían llenas de turistas haciéndose fotos en la magia. Hay vida más allá del whatsapp y puede que más allá de la Plaza del Grano, y hasta más allá del cielo azul de las frías mañanas de invierno leonesas.


¿Y cómo ves el congreso del domingo?, le pregunté también ayer al leonesista. Me sorprendió con una frase que no sé si dijo aposta o le salió sola, pero dijo que los dirigentes leonesistas estaban encastillados. Creo que quería decir que se encierran en sus despachos de la Diputación o del Ayuntamiento y que no salen a estar con los ciudadanos, que no se sabe bien a qué León representan, que tendrían que acercarse más a la realidad de la gente, la realidad de los barrios, de la industria, del campo, de las minas, en fin, que se están enrocando en las alfombras. Y me gustó el juego de palabras, me hizo gracia esa idea de un leonesismo encastillado, reconvertido en castillo, un león enjaulado en los despachos, cercano a las mismas inercias de esa Castilla que gobierna desde Valladolid. Leonesismo acastillado. Un acierto. ¿Será ese el nuevo sendinismo? 

Y porque hay un León puro, salvaje, suelto por las calles, les hablo de una actividad que comienza en el IBO a partir del próximo 25 de noviembre. Es un curso de cuatro sesiones en el que se muestran imágenes tomadas por el profesor Mateos de sus Itinerarios por León. Tiene Mateos la idea de que pasamos por el mundo sin ver lo que tenemos delante de los ojos y por eso ha hecho fotos y ha estudiado muchos rincones de León para que nos demos cuenta de todo eso que vemos cada día sin saber que lo estamos viendo. Ese León dormido, acostado en las piedras de la historia, que se niega a verse encerrado en los castillos.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Candy Crush y el Hada de los Dientes. (En Hoy por Hoy León, 8 de noviembre de 2013)

Es un negocio de casi 150 millones de beneficio al año. Millones de personas en todo el mundo se entretienen horas y horas explotando caramelos en la pantalla de su móvil, del ordenador o de su tablet. Les hablo de Candy Crush, el juego de Face Book más popular en todo el mundo. Seguro que ha oído hablar de él, si no es que en este momento está usted peleándose con ese nivel que se le atasca. Parece que es muy adictivo y algunos jugadores confiesan que son incapaces de dejar de jugar y que, cuando cierran los ojos, llegan a ver caramelos de colores desfilando por su inconsciente. Es sentirse atrapado en un universo de golosinas. Incluso hay rumores de que, en determinados niveles, aparece un personaje que proporciona vidas extra llamado el hada de los dientes.

Mientras no llega esta ayuda extra parece que los ciberjugadores acuden a trucos de toda índole para poder seguir jugando sin tener que esperar la media hora que tarda en recuperarse el juego, cuando ya se ha fallado en cinco ocasiones al intentar superar un nivel. Son pequeñas trampas, sencillas manipulaciones, artimañas para conseguir satisfacer esa adicción a las golosinas virtuales que revientan. Creo que es una actitud que habla de la naturaleza humana: no nos importa contravenir ciertas normas que consideramos poco importantes con tal de conseguir lo que queremos, aunque sea algo tan inocente como jugar a un sencillo juego de ordenador. Y en realidad, lo hacemos a todas horas. Nos saltamos pequeñas normas para mantener intacta nuestra capacidad de jugar. A medida que vamos adquiriendo experiencia, más trucos conocemos, más alejados estamos de la pureza inicial, la inocencia de los primeros niveles. Le pasó hace poco a un amigo cincuentón en una conversación por wsp. Tenía que recoger unas entradas que le iba a dar una joven compañera de trabajo, por cierto, para el concierto de mañana de Hierba del Campo, un concierto más que recomendable. ¿Dónde te dejo las entradas?, le preguntó la veinteañera al cincuentón. En cualquier parte, le contestó, en mi mesa, en la entrada, donde quieras. O mejor déjamelas debajo del felpudo. Y cerró lo que a él le parecía claro que se trataba de una broma con un expresivo “ja, ja” de esos que se escriben en el móvil. Pero la chica, en su inocencia, lo interpretó literal y se fue como loca a buscar un felpudo en el que meter las entradas. La inocencia tiene estas cosas. La ingenuidad es un regalo que vamos perdiendo con el tiempo.


Por eso no me extraña esa noticia de ayer que habla de la escalada de simulaciones de robo de “smartphones”. Como resulta que ya no nos dan los móviles con la amenaza del cambio de compañía, la picaresca está en aprovechar el seguro de robo, claro que es un seguro que no cubre los hurtos o las pérdidas al descuido, con lo que hay que denunciar que la sustracción ha sucedido de algún modo violento. Y claro, aquí ya entra en juego la pasta de las compañías de seguro y la cosa se pone tensa, porque al Ministerio del Interior se le dispara también la estadística de delitos y no les digo ya el crecimiento del porcentaje de delitos que quedan sin resolver. Así es que, llámenme ingenuo o inocente, pero me parece que la noticia de ayer va más contra la estadística que contra el hecho denunciado. Interesa mucho que la gente no invente según qué cosas, no vaya a ser que los números se nos escapen de las manos.

viernes, 25 de octubre de 2013

Neurofisiología intermitente. (En Hoy por Hoy León, 25 de octubre de 2013)

Mira que me han dicho que no lo haga, que no están las cosas asentadas y que las informaciones todavía no ofrecen una visión completa del asunto, que, como en todo, es posible que haya matices y que era bueno poder saber de primera mano qué dicen todas las partes. Y es verdad, debería callarme y no hablar del tema, pero es que Urbano Seco, el alcalde de Gordoncillo, no me tiene pinta de ser un maestro capaz de maltratar a un niño, pero resulta que hay un juez que dice que sí lo es. No seré yo quien discuta su fallo y menos desde el desconocimiento total de los hechos. No, no es eso, no quiero tomar parte ni por Urbano, ni por quienes lo acusan, porque sencillamente no tengo ni idea de lo que pasó en el colegio.

He preguntado, he querido saber, porque me parecía extraño y me han dicho que pudiera ser mejor no hablar de esto, que hay muchas derivadas y no está todo claro, que al mezclarse también la política hay al menos razones para pensar que el modo en el que se ha hecho pública la noticia pudiera ser interesado. Sí que es cierto que llama la atención la contundencia  con la que el partido se apresura a tramitar la baja como militante de uno de sus alcaldes con mayor trayectoria al frente de su municipio, alguien que ha conseguido una transformación decisiva para el futuro de su pueblo y de la comarca con apuestas arriesgadas como la que condujo a la creación de las bodegas Gordonzello, un proyecto para el que hubo que aunar la voluntad de ciento un propietarios que creyeron en la idea de Urbano Seco y otros que como él supieron ver en la tierra, en los majuelos, en el vino, la única vía de salida para evitar la despoblación definitiva. No digo yo que por eso haya que perdonarle cualquier cosa, no me malinterpreten, es solo que me llama la atención la celeridad con la que el PSOE le enseña la puerta de salida a un político de raza, uno de esos que no son sencillos de adocenar, uno de los que hablan claro siempre que tienen ocasión. Sí, ya sabemos que los socialistas leoneses andan divididos, lo sabemos porque lo han dicho y lo han hecho patente, la pregunta es si esta crucifixión pública del alcalde de Gordoncillo es solo por haber cometido la barbaridad de agredir a un niño en el colegio, lo que sin duda merece castigo, o si además de eso interesa airearlo todo bien por alguna inocente razón. No lo sé. Y lo curioso es que todo el mundo me ha dicho que de este tema era mejor no hablar.


Siempre se está a tiempo de generar nuevas sinapsis facilitando la creación de caminos alternativos para transmitir la información, eso me dicen. Me dicen también que el truco está en saber qué y cómo hay que estimular. Siento que eso es algo que vale para todo en la vida, que es algo así como una neurofisiología intermitente, un conectar y desconectar, encender y apagar – acuérdense de lo que les dije el otro día de las farolas, parece que la cosa es que en algunos barrios lo hacen a mano y por eso esta mañana, a las ocho y cuarto, daban ganas de poner las largas al pasar por la Inmaculada- de manera que la cosa está en saber bien qué y cómo estimular. Eso me gustaría saber ahora que escribo para ti. Me gustaría saber dónde tienes el click, el interruptor que se debe encender y el modo de ponerlo en marcha. Eso es lo que hacen los que generan opinión: colocar la noticia exacta que permite al estímulo recorrer nuevos caminos para generar una nueva sensación. Y lo que no vaya por donde debe, se corta. ¡Vaya que sí se corta!

sábado, 19 de octubre de 2013

Háblame de cosas normales. (En Hoy por Hoy León, 18 de octubre de 2013)

Háblanos de cosas normales, me dijo uno que está aquí todos los días con ustedes haciendo esta cosa tan maravillosa que es la radio. Te lo pido como oyente, me dijo, por favor háblanos de cosas normales, que ya nos vale con las noticias que tenemos que soportar en los informativos. Tú que tienes tres minutos para hablar de lo que quieras, háblanos de cosas normales. Y me pareció que sí, que ya está bien, que nos merecemos un espacio, aunque sea pequeño, para hablarnos de cosas bonitas, que ya tenemos bastante con lo ordinario para sentirnos inquietos. Se me ocurre eso, que vivimos una inquietante realidad ordinaria y cuando lo ordinario nos supera, ¿qué podemos esperar de lo extraordinario? Así es que sí, conviene hablar de cosas normales, no vaya a ser.

Es la vieja historia del perro y el mordisco. La historia de Pedro y el lobo. Ya no nos inquieta lo extraordinario, porque lo ordinario nos ha situado en un insoportable nivel de inquietud. Somos hojas temblorosas en las ramas del otoño. Hacemos de nuestra caída una lenta metáfora de lo extraordinario. 

Háblame de cosas normales, te lo pido como oyente, me dijo y eso que él está ahí delante, todos los días en la cocina de la radio. De cosas normales, como si fuera fácil saber qué es eso. ¿Acaso no es algo normal llevar los ahorros a tu Caja de confianza y seguir los consejos del director de la sucursal para obtener el mayor rendimiento posible? Cualquiera diría que sí, pero eso, que es normal, que es algo ordinario, termina convirtiéndose en extraordinario, de manera que muchos que hicieron eso ya no son sencillos ahorradores, sino que se han convertido en algo extraordinario: ahora son preferentistas.

¿Qué son cosas normales? Para mí que ya no quedan. Le parecerá que es normal estar oyendo la radio ahora, quizá mientras conduce, en el trabajo o en la cocina haciendo la comida. Y posiblemente lo sea. Posiblemente esa dimensión extraordinaria con la que yo estoy viendo últimamente todas las cosas no esté en nada, salvo en mi forma de verlas, en mi fantasiosa manera de mirar el mundo. ¿Saben? Estos días tengo la sensación de ir apagando las farolas cuando entro en la ciudad por la mañana. Es poco después de las ocho y, por donde voy, las farolas van apagándose a mi paso, dejándome en estos días grises del otoño con una sensación de blanco y negro, de película de Hitchcock o de Orson Welles, con un ambiente oscuro en el que los chicos que acuden a los Institutos del centro, envueltos en esa noche todavía, son sombras, espectros, fantasmas extraños como esa Caja que de un tiempo a esta parte ha dejado de existir pero que deambula zombie por las primeras páginas de los periódicos recordando préstamos, olvidando acuerdos, renegociando posiciones. ¡Qué sensación tan dura la de empezar el día envuelto en la noche! Menos mal que nos van a cambiar la hora de aquí a nada y entonces volverá a ser de día a su debido tiempo. Volverá nuestra mañana a llenarse de colores y el Ayuntamiento seguirá ahorrándose unos minutos la luz de las farolas, pero será una sencilla ilusión. 

Claro que siempre nos quedarán los colores. El de este fin de semana es el rosa, porque este domingo se celebra el día mundial de la lucha contra el cáncer de mama. Hay que ver lo extraordinario que fue lo de Angelina Jolie para la causa y lo poco que nos impacta el testimonio de tantos millones de mujeres. ¿Será normal?

domingo, 13 de octubre de 2013

Manejar un videojuego. (En Hoy por Hoy León, 11 de octubre de 2013)

Así es que  ayer la mayoría del PP aprobó una nueva Ley de Educación. Debería ser el centro de todas las discusiones y debería ser conocida y debatida por todos, si es verdad eso que dicen de que lo más importante de todas las sociedades es la calidad humana de quienes las conforman. Me hace gracia que esta misma semana se hayan publicado datos PISA sobre el nivel de competencia en adultos en eso que es lo mínimo que cualquiera debería saber para andar por casa. Curioso que algunas voces se lanzaran a utilizar esos datos para certificar el fracaso de la LOGSE, la ley del gobierno socialista de González que puso de moda aquello de los contenidos del curriculum, los curricula, se entiende, palabras hermosas, por latinas, con las que nos hemos llenado la boca en los medios de comunicación, en los foros educativos y seguramente, al menos a la salida de alguna reunión de familias en los colegios, también en la calle. Parece que esa ley tiene la culpa de lo mal parados que hemos salido los españoles en el informe. A mí, francamente, me da la risa, porque sé que ni esa, ni otras leyes posteriores, es más, ni tan siquiera la famosa ley del 70, se han llevado adelante en todas sus implicaciones. Me hace gracia que digamos estas cosas, cuando todavía, en el universo de la información y la comunicación, la práctica docente sigue pasando en muchísimos casos por el libro de texto, el encerado y la tiza, como hace 4 ó 5 leyes generales.


Probablemente sea difícil consensuar una ley que pudiera ser respetada por todos, por lo menos hasta que sea desarrollada en un porcentaje suficiente como para poder someterse a evaluaciones serias. Será difícil, supongo, pero digo yo, ¿no sería posible intentar un consenso sobre lo básico? Hemos modificado el paradigma científico a medida que ha ido evolucionando la sociedad y en un mundo como el nuestro, en el que cualquier chavaluco tiene en sus dedos, a golpe de click, diez veces más información que la que le pueda dar un profesor en siete vidas, es importante darse cuenta de que la escuela no puede ser solamente un lugar para la transmisión del conocimiento. El objetivo no es resultar sabiendo, sino conseguir dominar los procesos, desarrollar las capacidades y aprender a ser mejor persona. Ganar en calidad humana de los miembros que conforman nuestra sociedad. 

La idea, desde esta perspectiva, es comprender que no se debe cultivar exclusivamente la inteligencia o la memoria, lo que no quiere decir que una y otra no sean importantes en el proceso de aprendizaje, pero es que hay más cosas y siempre se olvidan. Este es el marco jurídico que interesa, el que permita desarrollar estas ideas. Lo demás, que si se ponen reválidas o si se quitan ciudadanías, son pequeñas zarandajas. No así el modo en el que se regula la enseñanza de la Religión, el tratamiento que se da a las lenguas cooficiales o los acuerdos de favor hacia la escuela no pública que parecen estar en algunos renglones de esta Ley Wert. Digo yo que, si todos los chavales que conozco han sido capaces de jugar a un videojuego, va a ser que todos pueden aprender todas las cosas y lo único que necesitan para hacerlo es que se den las condiciones adecuadas para ello. Eso es lo que deberían asegurar las leyes: la posibilidad de que esto suceda. Lo demás es politiqueo, el mismo politiqueo que ha permitido esos préstamos que terminaron haciendo un agujero en el bolsillo de la Caja o las tropelías a la italiana de los dueños de Antibióticos, por citar dos ejemplos que venían ayer en el periódico. 

Habría que ver qué notas sacaba cualquiera de nosotros en algún examen de 2º de la ESO.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Esperanza. (En Hoy por Hoy León, 27 de septiembre de 2013)

Todos tenemos sueños que queremos ver cumplidos. Eso es esperanza. 

¿Cuáles son tus sueños? ¿Cuánto tiempo hace que no te lo preguntas? 

Apuesto a que te parece que sueñas todos los días con un golpe de suerte: quizá una lotería o una oportunidad para torear en Las Ventas o una prueba para jugar en un equipo de fútbol de primera división, participar en la enésima Operación Triunfo o en la entrega siguiente del fenómeno Máster Chef. Sueñas tal vez con una oportunidad en el trabajo, un tropezón del jefe, un cambio de destino. Piensas que sueñas una casa más cómoda, un coche más molón. Se te olvida que hay quienes sueñan con un plato de lentejas, con un yogur, aunque sea de esos caducados que se come el ministro, o con un riñón compatible para el trasplante. Igual soñaste alguna vez un tranvía o una moderna estación de FEVE en el centro de la ciudad. Tal vez sueñas un aeropuerto al lado de una Escuela de Pilotos.

¿Eres de los que sueñan cosas baratas, pongamos por caso más trenes de alta velocidad o sueñas a lo grande, por ejemplo un Reino de León independiente a la escocesa, por no mezclar con otras culturas más extrañas, culturas en las que no existe la gaita? ¿Tu sueño es un acordeón, una caricia, la mirada de un nieto? Esperanza. 

Te sueñas dentro de diez minutos tomando una taza de café. Te sueñas dentro de diez días en un viaje a una isla lejana. Te sueñas dentro de diez años al calor de una chimenea sonriendo al leer la última página de ese libro. Terrible condición esta del ser humano, siempre agarrado a la esperanza. Y eso que solo sabe bailar cha-cha-chá.

Será verdad que es lo último que se pierde.

Cuando un filósofo alemán dejó dicho que una de las tres preguntas fundamentales cuya respuesta  explica qué es el hombre es qué me cabe esperar, nos colocó en la pista de lo que somos. Uno está hecho de la pasta de sus sueños, porque toda la vida es sueño y los sueños, sueños son. Y eso que Calderón apuntaba más alto, que, a pesar de su condición, hay en su idea un vitriolo disolvente que reduce la realidad a puro sueño. Una avanzadilla del idealismo.

Pero decía una canción de los setenta que cantábamos en catalán que la fe no es esperar, que la fe no es soñar y es que los catalanes saben que no se trata de esperar, sino de hacer. Por eso Escocia tendrá un referéndum para seguir siendo parte de Gran Bretaña y los catalanes, que no tocan la gaita, lo harán de otra manera. Pero vuelvo al suco, que me esnorto, como decía el tío Ful: esto de hoy mío con la esperanza no es porque sí, es porque me tiene muy buena pinta el estreno de teatro de este domingo en Espacio Vías. Será a las nueve de la noche, con entrada libre y se titula precisamente así, “Esperanza”. No es un estreno definitivo, sino una muestra al público para afinar un trabajo que desde hace meses vienen realizando la actriz María Giménez y la directora Olga Peris, en una apuesta valiente de la primera, que es protagonista, autora de los textos y productora del espectáculo. Una actriz leonesa que vuelve a casa para hablarnos de la necesidad permanente de escapar.


Ya lo saben. A revisar los sueños. Y mucho ojito con lo que se espera, porque lo malo de los sueños es que, si se sueñan como se debe, es decir, a la catalana, trabajando, haciendo cosas, terminan siendo realidad.

viernes, 20 de septiembre de 2013

ISBN (En Hoy por Hoy León, 20 de septiembre de 2013)

Hace dos semanas se celebró el mercadillo Gelete para el intercambio de libros de texto. Ya saben que, desde hace algún tiempo, no se realiza en la plaza de la Pícara Justina, como era tradicional, sino en el Centro Comercial León Plaza, un cambio de ubicación al que se vio obligada la organización por razones que ya han ido quedando olvidadas. Cada vez tenemos que ir con más cuidado en lo que hacemos o decimos, porque puede resultar lesivo para los intereses de alguien que tenga capacidad para anteponer esos intereses a cualquier otra consideración y eso puede traernos problemas. Por ejemplo, en esto del intercambio de libros usados conviene dejar muy claro que se trata de eso, de un intercambio y siempre, desde luego, entre particulares. Los chicos venden sus libros de cursos pasados y compran los del que va a empezar, aunque no conviene decirlo. Se debe hacer hincapié en la idea del intercambio, porque esa compra-venta podría ser algo no del todo legal. Y el caso es que un poco lo entiendo, pero no me digan que no les suena ridículo que se pudiera perseguir la compra-venta de libros de texto de segunda mano como si se tratase de un tráfico ilegal. El caso es que la sensatez siempre termina por imponerse y no les digo ya la realidad, de manera que en esta edición han participado en el mercadillo alrededor de doce mil personas, un dato que no está nada mal.

Doce mil personas. Resulta difícil decir qué porcentaje representa ese número del total de escolares, aunque no hace falta estar muy informado para comprender que se trata de un porcentaje muy elevado y lo sigue siendo en cualquier caso, a pesar de que alguien nos pudiera decir que esa cifra es una estimación y que seguramente incluye a muchos que sencillamente pasaban por ahí, curiosos o espabilados que sacaron el polvo a cuatro libros viejos con la idea de sacarse unos euros. Es igual. Doce mil personas son muchas personas. Y otro dato, los mil libros que quedaron sin intercambiar fueron recogidos por la Federación Leonesa de AMPAs que ha pensado en poner en marcha un banco de libros. Lo han oído bien, mil, mil libros. Mil libros que ya no quiere nadie y que quedan en manos de las AMPAs para que puedan ser utilizados por quienes los pudieran necesitar. Mil libros. ¿Cuántos se tiran a la basura? ¿Cuántos dejan de servir? ¿Se han fijado en que esos libros que este año ya no valen son exactamente los mismos que valían el año pasado pero con dos fotografías más o una pregunta cambiada de lugar? Es odioso que las editoriales nos coloquen como nuevas ediciones libros que son exactamente el mismo que en la edición anterior pero con cuatro cambios mal disimulados. Eso sí. tienen otro ISBN. ¿Saben cuánto cuestan unos libros nuevos para un curso de ESO o de Bachillerato? No se trata de la crisis, es que es insensato gastar todo ese dinero por el placer, maravilloso placer, es verdad, de estrenar los libros de texto, su tacto, su olor. Recortar las fundas para el forro, poner el nombre. Me viene a la memoria la primera vez que fui consciente del lujo que suponía tener aquellos libros, cuando todavía no sabíamos bien qué es eso del ISBN. Tengo la impresión de que los libros duraban más. Ahora es fácil que no valgan de un año para otro, aún siendo de la misma editorial. Era una frase repetida en el mercadillo: “pues los libros parecen iguales, pero no me sirve: no tiene el mismo ISBN”.

Por cierto, ¿saben que este año se exige el ticket de compra o la factura como requisito para percibir la ayuda de libros de texto? Además hay que pedir una factura por niño, para que todo esté clarito. Será que por fin la Junta va a perseguir el fraude, que lo que pasa es que hay mucho listo, que les das dinero para libros y se lo gastan en viajes a Nueva York.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Bad girl. (En Hoy por Hoy León, 13 de septiembre de 2013)

Un chico quiere una buena chica que sea traviesa solo para él y una chica sueña con un chico malo que solo sea bueno con ella. Es una de esas frases que te llegan en correos electrónicos o mensajes de whatsapp. Una idea que esconde un cierto estereotipo acerca de las relaciones entre hombres y mujeres y, si se quiere, una forma de entender la vida muy a la inglesa: mi casa es mi castillo y lo que soy en la intimidad no tiene por qué parecerse a lo que soy fuera.

Este juego de chicos malos y buenas chicas es un juego que jugamos de manera inconsciente, empujados por las leyes sociales que gobiernan una sociedad sexista en la que nos hemos ido educando. Es un juego que me gusta solo en la medida que seamos capaces de subvertir los términos, en la medida en que seamos capaces de no escandalizarnos ante las mujeres que deciden actuar abiertamente como chicas malas y de no despreciar a los chicos que se comportan públicamente como chicos buenos.

Hay muchos que se confunden. Sobre todo los hombres, que no sabemos jugar el rol social desde la perspectiva de la estricta igualdad y enseguida nos sonreímos o nos ponemos chulitos cuando una mujer no se comporta como los cánones del machito al uso pretenden imponer. La desgracia es que esa conducta de machotes se exagera en ocasiones y terminamos en la violencia. Tenemos un ejemplo cercano en el tiempo y en el espacio, algo que finalmente ha venido a reconocer la ministra en el caso de la muchacha asesinada la semana pasada aquí en León. No hay nada que pueda explicar un crimen. Nunca. En ningún sentido. Pero hay crímenes que me parecen más inexplicables que otros y este es el caso: ¿cómo puede alguien con sus propias manos acabar con la vida de la persona a la que dice que ama? No lo puedo comprender. Me produce náusea pensarlo.

Pero volvamos al estereotipo, revolvamos un poco en la idea de lo que es una buena chica, en la idea un poco macarra del chico malo, ese que resulta más atractivo por la esperanza de su reconversión. No me pregunten por qué, pero me vino a la cabeza la idea de dar una vuelta de tuerca a esto de los chicos malos y las chicas buenas escuchando hablar a la Presidenta de la Diputación del asunto de los aviones y del no tan good fly de los vuelos que salen por autocar desde el aeropuerto de León o que ya ni salen, que es verdad que, como ella misma dice “en las situaciones que hay que resolver algo de aviación, es complicadísimo”. Y debe de ser que es complicadísimo porque la Junta se comporta como una chica buena, pero que nos hace muchas travesuras y el Consorcio del Aeropuerto, que va de malo, al final se pasa de bueno en la intimidad. Y aquí se mezclan y se lían mucho los papeles, que no se sabe si es que hay una chica mala en León y un chico bueno en Valladolid, o si es al revés o de la otra manera. El caso es que ahí tenemos una infraestructura muerta de risa que terminará como tantos aeropuertos, con un vacío tan enorme que no van a despegar de él ni las mismísimas flys.


 Mejor no hablamos del dinero que se ha invertido no ya en la infraestructura, sino en el apoyo a las compañías que han ido yendo y viniendo por los mostradores de facturación. ¿O acaso piensas que lo que se ha gastado ha salido de otro sitio que no sea nuestro bolsillo? Y eso que, la mayoría de nosotros, volar, lo que se dice volar, pues no volamos.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Cosas por las que no nos importa pagar. (En Hoy por Hoy León, 6 de septiembre de 2013)

Hay cosas por las que nadie está dispuesto a pagar y cosas por las que no nos importa pagar lo que nos pidan. Quizá, si nos pusiésemos a hacer listas, ninguna sería idéntica para ninguno de nosotros y quizá resultase que yo pagaría lo que me pidieran por algo por lo que usted no daría ni un real. Algún publicista podría pensar que lo que nos define es la relación de todo lo que consigue sacarnos el dinero del bolsillo.

Yo creo que pagaría lo que me pidiesen por escuchar el agua del río fluyendo en el silencio de la noche al abrigo de un avellano, o por ver a mi hija levantarse en una tabla de surf arrastrando consigo una ola, o por saber qué hay en el cajón de los tesoros escondidos en lo más oscuro de un palacio. Creo que pagaría por muchas cosas que son gratis y eso me confunde, porque no daría ni un duro por un reloj maravilloso, ni por vestir el traje más elegante de la fiesta o por dormir en la suite más cara del planeta.

Esa confusión entre lo que es gratis y lo que es valioso es una confusión que se lleva por delante muchas cosas y quería, al hilo de esto, empezar la temporada compartiendo con usted una tristeza: la de que se haya tenido que cerrar La Crónica. Sé que es una noticia de hace mucho. Lo sé y que, por tanto, no es ya una noticia. Lo que quiero compartir con usted hoy es mi tristeza de aquel día, algo que no pude hacer en su momento. Quiero empezar la temporada pagando esa pequeña deuda, la del reconocimiento a todos los que trabajaban en el periódico, en los últimos tiempos cobrando mal o sin cobrar, para que usted y yo pudiéramos tener en las manos una mirada más sobre lo que pasa. Algo que ahora ya no tenemos. Valdría decir que el agujero que nos muestra el día a día es un poco más estrecho desde que no podemos leer las noticias en La Crónica. Y en el fondo de esta pequeña o gran desgracia está la crisis, por supuesto. Las empresas no gastan en publicidad, primero porque no tienen qué gastar, segundo porque a pesar de que ya sabemos que no es así, muchos de nuestros empresarios siguen pensando que la publicidad es un gasto y no una inversión. No sé si es cierta la anécdota que se atribuye al fundador de la Ford, quien supuestamente fue preguntado acerca de en qué gastaría su último dólar y, sin dudarlo un segundo, contestó que en publicidad. Nuestros empresarios no estarían de acuerdo y en la mayor parte de los casos piensan que eso de la publicidad es algo por lo que no vale la pena pagar. 

Tiene usted razón, no son todos así. Afortunadamente.


Lo que pasa es que La Crónica ha desaparecido absorbida por el marasmo de la crisis y un poco también por todo lo que les está pasando a los medios en general, que han tenido que asumir que, para la mayoría de los ciudadanos, la información es algo por lo que no vale la pena pagar. En cambio no les importa en absoluto pagar una cifra escandalosa por el fichaje de un jugador de fútbol. No, ahí no tiene usted razón, no es Florentino quien paga los 101 millones por el fichaje de Bale. Él es quien firma el cheque, pero quienes finalmente pagamos somos todos los que consumimos fútbol, los que vamos a los bares a ver los partidos, los que los compramos para verlos en casa, los que pagamos lo que sea por una camiseta, los que nos gastamos un dineral en ver un partido en el estadio, incluso los que dedicamos tiempo de radio a hablar de este asunto. Entre todos lo pagamos, ¿o acaso pensabas que el aturdimiento futbolero es algo que nos sale gratis? 

viernes, 28 de junio de 2013

Un cordero solitario. (En Hoy por Hoy León, 28 de junio de 2013)

En esta semana han tenido lugar muchos homenajes a profesores que se jubilan. Es una epidemia que se extiende ante la perspectiva de que las condiciones de jubilación se modifiquen en los próximos años, de manera que, en esta y en otras profesiones, las personas que alcanzan la edad mínima para jubilarse lo hacen sin detenerse a pensar sobre su capacidad para hacer cosas, atendiendo exclusivamente a un miedo a lo que pueda pasar, un miedo razonable y sensato, que va más allá de sentirse o no con fuerzas para seguir haciendo el trabajo diario. Es natural. Por eso se les hacen estos homenajes.

Me da por pensar que es un lujo, que todavía podrían desarrollar tareas vitales en los centros educativos, sin necesidad de enfrentarse a los eternos quince años de los alumnos arracimados en las aulas. Me acuerdo también de los cirujanos jubilados a golpe de decreto en la Comunidad de Madrid, que han dejado un agujero en la organización de los hospitales, pero que, sobre todo, han dejado un vacío enorme en el conocimiento profesional. Es un lujo que, de un día para otro, prescindamos de tanto saber acumulado a fuerza de experiencia en base únicamente al dictado del reloj. Y por otra parte está el empuje de la savia nueva, la necesidad de abrir paso, de despejar caminos para que los más jóvenes tengan un modo de desarrollar en la práctica todo eso que han aprendido en teoría. Me parece que es imprescindible el equilibrio. Habría que buscarlo.

Si les hablo de esto es porque ayer estuve en el homenaje a una mujer que se jubila. Una mujer muy joven. Todavía con mucha energía, con ideas e impulsos brillantes, con capacidad para poner en solfa cada mañana al lucero del alba, con la vitalidad intacta para ilusionar, estimular, promover, azuzar, provocar, dirigir, controlar, acompañar, abrir caminos, todas esas cosas que saben hacer los profesores que saben ser profesores. Y eso que ella no daba clases, sino que atendía una Biblioteca y atendía también, con una dedicación sobrevenida, a alumnado de especial dificultad: muchachos con carencias afectivas, emocionales, sociales, quizá desentrenados de muchos años en su faceta intelectual. Todavía podría hacerlo unos años más, pero ante la perspectiva incierta de lo que viene, prefiere salir corriendo e instalarse al borde del mar, bordeándose, saltándose a sí misma, desdibujándose, encerrándose en la isla de los libros que tiene por leer, los viajes que tiene por hacer, las exposiciones que tiene por ver, los amigos que tiene por frecuentar, la vida extraña que tiene por vivir ajena al trajín de los muchachos. Es de repente dejar de tener sus quince años y vivir toda una vida en un verano. Les pasa a muchos. Les pasa que, de golpe, los años ya no se miden por cursos y septiembre empieza a ser de verdad septiembre. Muchos lo pasan mal. Espero que ella no. Espero que sepa seguir teniendo quince años y que cada septiembre sea un mes para comenzar de nuevo.


La metáfora es esta: un cordero solitario. No hay lobos. No hay pastor. No hay rebaño. Solo un cordero que lo mira todo, un cordero solitario, que se disfraza a ratos con la piel raída de un viejo lobo. El fuego cruzado entre la Diputación y la Junta a propósito del CRIELE y del Ciclo de Hostelería en San Cayetano no tiene nada que ver con esta historia, son otras, por decirlo así, “jubilaciones”. Ellos sabrán quienes son los lobos y quienes los corderos.

viernes, 21 de junio de 2013

Zombis y recortes. Música y abrazos. (En Hoy por Hoy León, 21 de junio de 2013)

Es muy propio el programa de las fiestas de San Juan de este año. No sé de quién será la idea, pero me parece genial que el primer festejo taurino sea un espectáculo de recortadores y que la actividad en la calle de mañana por la tarde sea un festival llamado León Z, que se anuncia como una invasión zombi. Es lo que toca. Zombis y recortes.

Dice el Alcalde que estas serán unas fiestas con un programa sencillo, imaginativo y austero. Desde luego. Imaginativo es como siempre, que para eso se incluyen actividades tan especiales como la celebración del tradicional mercadillo de los domingos. También salen el mercadillo de frutas y verduras de los sábados y el de antigüedades del barrio del Mercado, por si al amigo Muñiz, habitual de las mañanas del sábado en Don Gutierre, le da por pensar que, al ser fiestas, la rutina se trastoca, para que sepa que no es así, que las cosas de siempre siguen en marcha, que lo único que hay es más actividad, eso sí, en un tono sencillo, imaginativo y austero. Lo dice el Alcalde.

Se ve en el programa que la voluntad de recorte va en serio. Se recorta en el presupuesto, supongo, y en las actividades. No entiendo bien esa necesidad de rellenar programa y me siento un poco zombi, manejado en la marea de ferias de la cerveza, escuelas de danza, visitas guiadas a exposiciones del MUSAC, festivales de músicas varias y demás actividades, incluidos esos recorridos poéticos contemplativos que tanto prometen, ¿verdad? Supongo que, cada vez que llega San Juan es una necesidad estar de fiesta, montar las carpas, acudir a las verbenas, verbenas sofisticadas como las que se anuncian con ese “baila en tu plaza, sin orquesta y a tu rollo” o las que promete el Bus Fiesta. Yo no termino de entenderlo bien, la verdad. 

Será que hace falta esta distensión anual, como quien necesita estirar las piernas después de un largo viaje. Lo haremos, saldremos a la calle. Veremos los fuegos y participaremos de esa fiesta que con tanta sencillez, imaginación y austeridad se nos programa. Mención especial para el plan de este domingo, ese dos en uno al más puro estilo “camp”, si se me permite la expresión. Hablo del tándem fútbol y toros. Del albero al césped o del césped al albero. Tarde de fútbol y toros, tarde gloriosa, con descuentos para el que tenga aguante y vaya de un sitio al otro. Iremos como zombis del olé al banderín del córner. ¿Qué me dicen? ¿Nos vamos a la fiesta?


Si no quieren tanto bullicio, les doy una idea. Mañana, en Carrasconte, se celebra el segundo encuentro de música tradicional contra el Parkinson. Hay una comida benéfica en favor de la Asociación Parkinson Babia-Laciana, pero a esa ya llegamos tarde. Si queremos ir a comer, tenemos que llevar nosotros la comida, porque no hay sitio. Igual nos vale la pena. Por la mañana habrá bailes regionales con Aires de Babia y El Chano y, por la tarde, actuaciones de Manolín Álvarez, Albi, Son del Cordel, Grupo X Triplicado y El espontáneo y los Canónigos. Habrá risas, seguro y por encima de todo, abrazos. Es el lema de este año, música y abrazos. Creo que es porque al amigo Manel, que es quien se empeña en organizar todo esto, le gusta mucho eso del abrazo. Siempre que puede te cuenta alguno, el que le dio Carmen, después de una charla sobre violencia de género o el que le dio el Jefe de la Policía Local de Villablino, cuando se conocieron al organizar el encuentro del año pasado. Información a boca cerrada, dice él que son los abrazos.

viernes, 14 de junio de 2013

Cincuenta. (En Hoy por Hoy León, 14 de junio de 2013)

Conozco a uno que hoy cumple cincuenta años. No veo mucha diferencia entre cincuenta y cuarenta y nueve, pero parece que ese cincuenta, así, tan redondo, es una cifra mágica, algo que se tiene que celebrar de algún modo especial, un momento que marca frontera en la vida de alguien, como los tres, los seis, los dieciocho, los veinticinco, los treinta, qué se yo. Es una condición del ser humano la de recontar el tiempo, archivar el número de pasadas que hace el sol de este a oeste, palotes arañados en la pared de una celda para no perder la cordura, almanaques, dietarios, relojes, santorales. Por cada día un santo, en cada memoria un contador. Me gustaría hacer el chiste de que alguien que cumple cincuenta consigue por fin su L de novato, pero es muy rebuscado.

Cumplir cincuenta es abrir la cortina del túnel. Especialmente para los hombres, que ya sabemos que tenemos una vida estadísticamente más corta, lo que habrá que ver cómo se traduce en las pensiones con esa nueva complicación de cálculo que se nos anuncia. Es verdad que los hombres nos morimos antes. Lo recordábamos hace poco en una cena de cincuentones, echando cuenta de los que se han ido, empezando por los más recientes, hombres jóvenes para morir. Hablamos de Norberto, cincuenta y uno, pero había muchos más, como si hubiese alguna edad buena para morirse y esa no fuese los cincuenta. Pienso en lo indiferente que es cincuenta de cincuenta y uno o cuarenta y nueve y me doy cuenta de que, en aplicación del viejo truco de la tortuga y Aquiles al comparar dos series infinitas, lo mismo es cuarenta y nueve que cuarenta y ocho, de manera que seguiríamos así hasta concluir que veinte y ochenta son la misma cosa. Y son la misma cosa, el resultado estúpido de una convención que se empeña en medir lo que no existe. Se habrán fijado: para ustedes no transcurre el tiempo. El paso del tiempo está en lo otro. Puede que vean que sus manos están surcadas de abultadas venas, que se les marcan las señales de tantas sonrisas cerca de los labios, que el ímpetu con el que bombea su corazón no es exactamente vigoroso. Da igual. Eso es algo que le pasa como si le pasase a otro, porque su experiencia exacta es la de que usted sigue siendo el mismo. ¿Se da cuenta de que no ha transcurrido el tiempo desde que empecé a hablar, que para hacerse consciente de eso tiene que salirse de sí mismo y mirar un reloj? Porque es indiferente para uno, porque para la experiencia que uno tiene de sí, no existe el paso del tiempo. Así es que da igual cincuenta que noventa. Lo mismo es veinte que diecisiete. Y para morir, nunca es buen momento, o cualquiera vale, porque al universo, en su magnitud, le parece insignificante el lapso de tiempo en que exista la Vía Láctea, imagínense una vida, por muy corta o por muy larga que sea. Aunque sea la vida de un partido político, por poner un ejemplo de pervivencia histórica, digamos la UPL, que tiene ¿cuántos? ¿Veintisiete? ¿Veintidós? ¿Cómo será cuando alcance su L de los cincuenta?


Lo mejor de cumplir años es siempre el regalo. A este que les digo que hoy cumple cincuenta le han regalado sueños en una libreta vacía. Tendrá él que regalarse en sus páginas, como dicen los sorianos de la tierra de pinares de la nieve en primavera, porque allí la nieve no se derrite, se regala. Y lo emplean después para más cosas, porque también se regala un bombón que se deshace. Esa es una metáfora de lo que nos pasa, que hay un día que nos da por nacer, y luego en otro día tonto, nos regalamos, nos fundimos con el mundo, como si no pasara nada, porque sabemos que regalarse así es ser todo.

viernes, 7 de junio de 2013

Cosas que conviene contar. (En Hoy por Hoy León, 7 de junio de 2013)

Ella dijo que son cosas que no hay que contar y que conste que no acostumbro a discutir lo que dice, porque uno va sabiendo a quien y cuando se le deben discutir según qué cosas, pero esta vez no voy a hacerle caso y lo voy a decir, aunque no sea un tema estrictamente de León y se escape un poco al contenido de esta columna.

Ocurrió hace ya algunos días. La Reina Doña Sofía visitó en Madrid la Fundación Bobath, un centro dedicado al tratamiento integral de las personas afectadas de parálisis y daño cerebral, que se ocupa de la atención temprana a niños, pero que también tiene un colegio en el que pueden estudiar. El martes conocí a dos chicos que este año se gradúan en Secundaria. La Fundación tiene, además del Colegio de Educación Especial y el Centro de Atención Temprana, un Centro de Día, un Centro de Formación en el Concepto Bobath dirigido a profesionales y un Centro de Investigación en el Concepto Bobath. La Presidenta de la Fundación, Luisa Fúnez, es esa mujer de la que hoy les hablo, alguien con quien no les recomiendo discutir. Precisamente la de hoy es una tarde especial para ella, pero eso sí que son cosas que no les voy a contar.

Así es que ocurrió, como les digo, el pasado 28 de mayo, cuando la Reina hizo esta visita. Demostró eso que tantas veces se ha dicho de ella, que es una profesional. Precisamente en estos momentos en los que tanto llueve sobre la Monarquía, la Institución necesita mostrar su cara más íntegra. Su Majestad se interesó por los aspectos más básicos del funcionamiento del Centro, la atención, el compromiso del equipo de personas que trabaja todos los días con una realidad tan impactante para los que desconocen el problema, la tipología de niños afectados, preguntas que evidenciaban una preparación soberana del tema. Pero es que más allá de las cuestiones técnicas, Doña Sofía se acercó a los niños, estuvo con ellos, los tomó por las manos, les habló, se llevó un dibujo en el que aparece ella subida a un columpio mientras el propio niño que lo dibujó la está columpiando. Conoció a una niña inmigrante con la que sale en una de las fotos más bonitas que he visto, una imagen de la alegría de sentirse atendido, eso que siempre saben dar estos niños. La alegría de un niño que se sabe protegido, cuidado, querido. Se llevó muchas cartas la Reina, cartas escritas como las que en invierno se escriben a los Reyes Magos. Me consta que ha contestado algunas. Entre otras la de esa niña de la foto, esa niña inmigrante que está compartiendo casa con doce personas en un piso de sesenta metros, que tiene que operarse en un Sanatorio privado porque la red pública de salud no tiene soluciones para ella, una sombra que legalmente no existe. Solo que, y esas son las cosas que según Luisa no se dicen, los médicos que la van a operar no cobrarán por su trabajo y los gastos del sanatorio correrán a cargo de la Fundación. La Reina ya le ha escrito y le ha dicho que en breve encontrará una solución al problema de la casa. ¿Ven? Hay soluciones. Hasta para las situaciones más difíciles encontramos soluciones, si tenemos voluntad para arreglar las cosas.


Aquí en León lo hemos visto también. Lo han hecho con el autobús de ASPACE. Lolo sabe del asunto, pregúntenle cuando venga a la tertulia y Dani Martínez, el cómico, que ha movido el asunto en la Fundación Inocente Inocente. Sí, es lo que tiene la risa, que es capaz de arreglar muchísimas cosas.

domingo, 2 de junio de 2013

Tendrá que salvarnos el talento. (En Hoy por Hoy León, 31 de mayo de 2013)

El viernes pasado pude conocer a un ejecutivo español que trabaja en Seattle para una empresa americana. No vayan a pensar que es un joven tiburón recién salido de Harvard. Es alguien con mucha experiencia y mucha perspectiva - la suya, desde luego, porque todos tenemos una historia y no nos queda más remedio que ver el mundo con la mirada con la que hemos aprendido a verlo-. Nos contó cómo se ve el futuro de España desde el otro lado del océano y quizá porque se estaba tomando un Rioja delicioso, nos explicó que desde el otro lado del mundo no se ven las cosas tan mal. "Cada vez que me preguntan", dijo, "contesto lo mismo: el país está arruinado, cierto, pero como está arruinado Estados Unidos, con la diferencia de que tenemos hechas las infraestructuras y vosotros no tenéis nada". Y entonces nos habló de un puente que se hundió en una autopista entre Seattle y Vancouver, un puente que ya venía avisando que se caía, pero que no hubo modo de arreglar.

Nunca pensé que pudiera ser España un país con mejores infraestructuras que los Estados Unidos. Así es que todas estas noticias de AVEs que se frenan, aeropuertos sin aviones y el reciente desmantelamiento de las redes de RENFE, que de una manera tan directa afectan a nuestra provincia con la supresión de trenes en la línea de Astorga, deben ser males menores. Apareció el tema del seguro médico, lo funesto de la cultura española del gratis total. Y, finalmente, una idea en la que estamos de acuerdo. Si hay algo que tiene España es talento. Ese es el gran capital, la generación de los que hoy tienen entre 25 y 35 años, que es una generación con una preparación muy sólida, algo de lo que tenemos pruebas cada día en los periódicos. Una pena que estén la mayoría en paro o trabajando en otros países, como pueden ser los propios USA o la voraz Alemania.

Aún así, estoy de acuerdo con él en el diagnóstico. Creo en este país. Creo en nosotros. Me parece que es verdad que tenemos las condiciones para salir adelante. Lo que pasa, y eso también lo dijo, es que ponemos demasiadas cosas en manos de nuestros políticos, unos políticos que casi nunca están a la altura de los ciudadanos. Tendrá que ser el talento lo que nos salve, como siempre. Y, a propósito de talento, este miércoles se cerró el curso de ESTALMAT con la entrega de diplomas a los alumnos leoneses que han dedicado la tarde de los miércoles a trabajar en la estimulación del talento matemático, dirigidos por un grupo de profesores que hacen de las matemáticas una actividad estimulante y no un castigo. Es curiosa la circunstancia de que los organizadores se vean desbordados cada año por la avalancha de solicitudes. Se ve que hay ansia de talento.  Estos chicos talentosos estarán en León este fin de semana, porque se celebra aquí la Olimpiada Matemática Regional. Habrá overbooking de talentos, aunque es verdad, que todo ese talento no podrá compensar la pérdida que tuvimos ayer. No sé si se acuerdan, les hablé de él hace unas semanas. Es el tío Cayo, aquel lector infatigable de más de 90 años. Este jueves se ha cansado. Vino a verlo uno de sus hijos y se dejó morir en sus brazos. Hay gente que sabe hacer todas las cosas.


Lo que les decía, que hay a quien le sobra talento.

viernes, 24 de mayo de 2013

¡A la rica Ley de Educación! (En Hoy por Hoy León, 24 de mayo de 2013)


Cuando las inspecciones de sanidad no eran tan rigurosas y asumíamos el riesgo de intoxicaciones alimentarias de un modo más alegre, el vendedor de helados, al menos en mi pueblo, iba anunciando su mercancía a voces por las calles. En aquel lugar de La Mancha de cuyo nombre tengo que acordarme, el vendedor de helados se anunciaba con un hermético grito, una consigna solo para iniciados. No era como esos otros vendedores de ciudad, sofisticados, con mucha palabrería, que sabían anunciar con rimas elaboradas su llegada. Quizá la más célebre, “al rico helado de piña para el niño y la niña”. Aquél mío solo gritaba una palabra que repetía una y otra vez como en una letanía luctuosa y no festiva. “Helaete”, decía. Y, la verdad, ahora me doy cuenta de que había que estar muy en la onda para entenderlo. “Helaete”. En cambio, “al rico helado de piña”, es más universal, por lo menos tiene más prensa. Se entiende mejor. Así es que vamos a usar esa construcción para decirlo: “A la rica Ley de Educación, para cambiar lo que funciona y, si acaso, lo que no”. Fácil de entender. En una versión para iniciados sería algo así como “LOMCE”. Algo hermético y encerrado entre siglas de difícil pronunciación.
Siempre he procurado no hablar de educación en esta columna. Por dos razones. La primera, porque la educación es mi profesión y es muy elemental que no se deben mezclar el ocio y el negocio. La segunda, porque sé que cualquier aspecto que aborde en este campo me va a desbordar y voy a ser incapaz de encerrar en solo treinta líneas el borbotón de ideas que me viene a la cabeza, así es que cambio de tercio y me pongo a hablar del paisano aquel que vendía helados siendo yo un parvulín que iba a la escuela en pantalón corto a estudiar aquella EGB que se había inventado un ministro franquista en el 70. Desde esa, ya han pasado unas cuantas leyes y ahora llega esta nueva reforma del sistema educativo, esa que aprobó el Consejo de Ministros la semana pasada. Una ley nueva para volver a hacer las cosas con la misma mirilla partidista que se han hecho siempre, con el mismo gran problema: la falta de un consenso total. Dejando de lado los temas más caros a los periodistas, a saber, la cuestión de las lenguas y el asunto de la Religión, la nueva ley presenta una tara de salida, una tara compartida con las anteriores leyes y es que se trata de una ley coyuntural. Es una ley pensada para ahora mismo, para resolver los problemas del momento, los problemas de la educación, sí, pero sobre todo, los números del Ministerio de Educación. La financiación del sistema, el fracaso escolar, el deterioro de la formación profesional, el abandono escolar temprano. Problemas de hoy y de todo tiempo, pero que se abordan desde una perspectiva coyuntural, para que sigan siendo los problemas de ahora y de siempre por los siglos de los siglos.
Les quería hablar de educación. Conozco chicos que son incapaces de aprenderse cinco ríos de la Vertiente Atlántica, no digo ya los afluentes del Ebro. Precisamente esos chicos, incapaces de lo uno, se han aprendido sin esfuerzo los versos que escribió Lorca en su Romancero Gitano. No todos, es cierto. Solo los necesarios para representar en su Instituto, un Instituto de un barrio bastante deprimido de León, una obra de teatro que han ido creando ellos mismos a partir de la poesía del poeta granadino, con la ayuda de una profesora que sabe bien lo que es la educación, pero que nunca se ha leído (entera) ninguna ley. No les invito, porque no hay sitio para todos, pero me gustaría que lo vieran.