En
la rueda de prensa de presentación de la Cabalgata de Reyes de este año, el
Concejal anunció que habría poco carbón, porque hemos sido muy buenos. En
apenas veinticuatro horas, nos enteramos de que el ERE suspensivo que el Grupo
Alonso tiene planteado para los trabajadores del Pozo Santa Cruz, podría
convertirse en extintivo. Atrás quedan los días de encierro en los momentos más
intensos de la protesta contra el Plan del Carbón del gobierno Rajoy. Todo un
símbolo de aquella reciente protesta, el encierro en el Pozo Santa Cruz, se
revela ahora también como punta de lanza en el desmantelamiento efectivo de la
industria del carbón. La pregunta es si será por eso –y no porque hayamos sido
buenos- la escasa presencia del carbón que se anuncia para la cabalgata.
No
sé qué tendrá preparado Marcos Valbuena para el desfile de mañana, pero creo
que este año el carbón debería tener en él una presencia especial. La Cabalgata
de Reyes debe pensarse para los niños, porque son los verdaderos protagonistas
de la noche. No obstante, de todo lo que pase por delante de sus ojos, lo único
importante será la magia de Sus Majestades, del resto no se van a enterar. Por
eso, todo lo demás debe hacerse pensando también en los que no son niños, en los
que han perdido la capacidad para ver solo lo esencial. A esos otros, que son
muchos, habrá que darles un discurso, el discurso del desfile, que debería
incorporar mensajes más allá de los globos de colores, los zancudos o los
comefuegos. Será por eso que se ha pensado en la necesidad de que los Reyes
desfilen acompañados por cuatrocientas cincuenta personas, que haya un
espectáculo aéreo sobre la fuente de Santo Domingo y que se termine con otra
actuación en la plaza de Guzmán, tras la cual habrá un espectáculo pirotécnico.
Digo yo que será por eso, porque en lo que hace a los niños, lo que cuenta es
la magia. Lo digo porque lo sé bien: más allá de todos los colorines, las
luces, los bailes regionales, los danzantes, los figurantes, incluso el camión
del carbón, tan temido, o el de los bomberos, tan necesario para alcanzar las
ventanas más altas, lo que cuenta es la presencia de la magia, personificada en
tres figuras reales parapetadas en lo más alto de sus respectivas carrozas.
Supongo
que es necesario gastar cuarenta mil euros en que Sus Majestades se sientan
convenientemente agasajados en su llegada a León. ¿Qué son cuarenta mil euros
en comparación con toda la ilusión que su presencia traerá a nuestras casas? No
lo planteo en términos de negocio, entiéndanme, es que no tengo nada claro que
sea necesario gastar este dinero para celebrar la llegada de los Reyes.
Probablemente esté equivocado. Y tampoco entiendo bien la decisión de
externalizar su organización, habiendo muchos profesionales sobradamente
capaces en el Ayuntamiento para llevarla a cabo. También estaré en esto
confundido.
Habrá
poco carbón mañana y muchos kilos de caramelos. Habrá dos espectáculos, cientos
de figurantes, grupos de bailes regionales, bailarines de una escuela de danza,
hasta fuegos artificiales para terminar. Muchos se volverán locos recogiendo
del suelo los caramelos. Yo, como los niños, me quedaré de pie, mirando hacia
lo más alto de la carroza, enganchado en la magia de los Reyes. No necesitaré
nada más.
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