Así es que se quejan los hosteleros del
Barrio Húmedo de competencia desleal por parte de los sindicatos. ¿Qué les
parece? Entiendo que la cosa debe ser porque en la noche del 30 de abril al día
1de mayo hubo una fiesta en la Plaza Mayor en la que se podía comprar bebida y
comida a precios más baratos que los que se cobran en los bares de la zona. Es
una discusión recurrente, algo que ya ha ocurrido otros años. Si se asoman a
Google encontrarán un intenso cruce de comunicados que tuvo lugar a raíz de la
fiesta que Comisiones organizó en la Plaza Mayor en 2.011. Aunque es historia
reciente, es historia y deberíamos aprender algo de ella. Ya sé que agua pasada
no mueve molino y no quiero recuperar aquí la agria discusión de hace años, lo
que ocurre es que hay algunos términos que se repiten y me interesa saber por
qué hay obsesiones que vuelven y vuelven.
¿De verdad no les parece bien a los
hosteleros del Húmedo que se convoque una fiesta al lado de sus negocios a la
que acuda un volumen importante de posibles clientes? ¿Es en serio que toda esa
actividad no genera a los empresarios otra cosa que problemas? Uno de mayo. Una
pelea que ya dura. Un día para recordar la lucha por conseguir la jornada de
ocho horas, aquella que empezó con los mártires de Chicago en el XIX y que hoy
todavía permanece abierta.
He recibido uno de esos correos
electrónicos que me gusta comentar con ustedes, quizá lo hayan visto. Trata de
las condiciones en las que trabajan miles de niños en el mundo (tal vez millones,
no lo sé). Nosotros nos afectamos mucho cuando vemos las imágenes, pero nos
ponemos las camisas que ellos confeccionan, compramos las deportivas que se nos
venden como gangas en el primer mundo, fabricadas con el dolor del tercero.
Miramos para otro lado cuando vemos las etiquetas, porque la única etiqueta que
nos interesa ver es la del precio. Podríamos hacerlo, podríamos bloquear los
productos que sabemos que se han fabricado con manos de niños, en condiciones
imposibles de aceptar por nuestra bien pensante moralidad de ciudadanos de
primera categoría, ciudadanos que no necesitan subirse a una balsa de juguete
para cruzar el mar y escapar a un mundo sin competencia desleal, sin morcilla,
sin prieto picudo, sin sindicatos, sin primero de mayo y sin comunicados de
prensa. ¿Por qué esa necesidad de mezclar las cosas? Y, con todo, quizá los
empresarios tengan su parte de razón, no lo sé. Que me imagino que a los
sindicatos les vienen muy bien los beneficios de las ventas de la fiesta, que
todo suma, aunque me arriesgo a que me tapen la boca y me digan que ese dinero
lo emplean para alguna acción solidaria distinta a la propia financiación.
Eso el día 1. Y después de lo de
Alemania, nos llega el día 2. Nos cuenta la historia que el pueblo de Madrid (o
quien lo instigase) se levantó un dos de mayo contra la ocupación francesa que
había traído al país la modernidad, eso sí, con la mano de un ambicioso
Napoleón escondida en la casaca. Siempre se dice que hubo un pronunciamiento
previo aquí en León el 24 de abril, ¿quedará algo de aquellos genes? ¿Habría
que decirle algo a los alemanes, aunque solo sea por eliminar de ese modo al
Madrid y al Barcelona? Mejor lo dejamos estar. Mejor nos fijamos en este tres
de mayo que ya parece que trae buen tiempo, nos damos un paseo relajado por La
Candamia y hacemos como que nos vale con que la Cultu juegue por el ascenso.
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