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viernes, 28 de junio de 2013

Un cordero solitario. (En Hoy por Hoy León, 28 de junio de 2013)

En esta semana han tenido lugar muchos homenajes a profesores que se jubilan. Es una epidemia que se extiende ante la perspectiva de que las condiciones de jubilación se modifiquen en los próximos años, de manera que, en esta y en otras profesiones, las personas que alcanzan la edad mínima para jubilarse lo hacen sin detenerse a pensar sobre su capacidad para hacer cosas, atendiendo exclusivamente a un miedo a lo que pueda pasar, un miedo razonable y sensato, que va más allá de sentirse o no con fuerzas para seguir haciendo el trabajo diario. Es natural. Por eso se les hacen estos homenajes.

Me da por pensar que es un lujo, que todavía podrían desarrollar tareas vitales en los centros educativos, sin necesidad de enfrentarse a los eternos quince años de los alumnos arracimados en las aulas. Me acuerdo también de los cirujanos jubilados a golpe de decreto en la Comunidad de Madrid, que han dejado un agujero en la organización de los hospitales, pero que, sobre todo, han dejado un vacío enorme en el conocimiento profesional. Es un lujo que, de un día para otro, prescindamos de tanto saber acumulado a fuerza de experiencia en base únicamente al dictado del reloj. Y por otra parte está el empuje de la savia nueva, la necesidad de abrir paso, de despejar caminos para que los más jóvenes tengan un modo de desarrollar en la práctica todo eso que han aprendido en teoría. Me parece que es imprescindible el equilibrio. Habría que buscarlo.

Si les hablo de esto es porque ayer estuve en el homenaje a una mujer que se jubila. Una mujer muy joven. Todavía con mucha energía, con ideas e impulsos brillantes, con capacidad para poner en solfa cada mañana al lucero del alba, con la vitalidad intacta para ilusionar, estimular, promover, azuzar, provocar, dirigir, controlar, acompañar, abrir caminos, todas esas cosas que saben hacer los profesores que saben ser profesores. Y eso que ella no daba clases, sino que atendía una Biblioteca y atendía también, con una dedicación sobrevenida, a alumnado de especial dificultad: muchachos con carencias afectivas, emocionales, sociales, quizá desentrenados de muchos años en su faceta intelectual. Todavía podría hacerlo unos años más, pero ante la perspectiva incierta de lo que viene, prefiere salir corriendo e instalarse al borde del mar, bordeándose, saltándose a sí misma, desdibujándose, encerrándose en la isla de los libros que tiene por leer, los viajes que tiene por hacer, las exposiciones que tiene por ver, los amigos que tiene por frecuentar, la vida extraña que tiene por vivir ajena al trajín de los muchachos. Es de repente dejar de tener sus quince años y vivir toda una vida en un verano. Les pasa a muchos. Les pasa que, de golpe, los años ya no se miden por cursos y septiembre empieza a ser de verdad septiembre. Muchos lo pasan mal. Espero que ella no. Espero que sepa seguir teniendo quince años y que cada septiembre sea un mes para comenzar de nuevo.


La metáfora es esta: un cordero solitario. No hay lobos. No hay pastor. No hay rebaño. Solo un cordero que lo mira todo, un cordero solitario, que se disfraza a ratos con la piel raída de un viejo lobo. El fuego cruzado entre la Diputación y la Junta a propósito del CRIELE y del Ciclo de Hostelería en San Cayetano no tiene nada que ver con esta historia, son otras, por decirlo así, “jubilaciones”. Ellos sabrán quienes son los lobos y quienes los corderos.

viernes, 21 de junio de 2013

Zombis y recortes. Música y abrazos. (En Hoy por Hoy León, 21 de junio de 2013)

Es muy propio el programa de las fiestas de San Juan de este año. No sé de quién será la idea, pero me parece genial que el primer festejo taurino sea un espectáculo de recortadores y que la actividad en la calle de mañana por la tarde sea un festival llamado León Z, que se anuncia como una invasión zombi. Es lo que toca. Zombis y recortes.

Dice el Alcalde que estas serán unas fiestas con un programa sencillo, imaginativo y austero. Desde luego. Imaginativo es como siempre, que para eso se incluyen actividades tan especiales como la celebración del tradicional mercadillo de los domingos. También salen el mercadillo de frutas y verduras de los sábados y el de antigüedades del barrio del Mercado, por si al amigo Muñiz, habitual de las mañanas del sábado en Don Gutierre, le da por pensar que, al ser fiestas, la rutina se trastoca, para que sepa que no es así, que las cosas de siempre siguen en marcha, que lo único que hay es más actividad, eso sí, en un tono sencillo, imaginativo y austero. Lo dice el Alcalde.

Se ve en el programa que la voluntad de recorte va en serio. Se recorta en el presupuesto, supongo, y en las actividades. No entiendo bien esa necesidad de rellenar programa y me siento un poco zombi, manejado en la marea de ferias de la cerveza, escuelas de danza, visitas guiadas a exposiciones del MUSAC, festivales de músicas varias y demás actividades, incluidos esos recorridos poéticos contemplativos que tanto prometen, ¿verdad? Supongo que, cada vez que llega San Juan es una necesidad estar de fiesta, montar las carpas, acudir a las verbenas, verbenas sofisticadas como las que se anuncian con ese “baila en tu plaza, sin orquesta y a tu rollo” o las que promete el Bus Fiesta. Yo no termino de entenderlo bien, la verdad. 

Será que hace falta esta distensión anual, como quien necesita estirar las piernas después de un largo viaje. Lo haremos, saldremos a la calle. Veremos los fuegos y participaremos de esa fiesta que con tanta sencillez, imaginación y austeridad se nos programa. Mención especial para el plan de este domingo, ese dos en uno al más puro estilo “camp”, si se me permite la expresión. Hablo del tándem fútbol y toros. Del albero al césped o del césped al albero. Tarde de fútbol y toros, tarde gloriosa, con descuentos para el que tenga aguante y vaya de un sitio al otro. Iremos como zombis del olé al banderín del córner. ¿Qué me dicen? ¿Nos vamos a la fiesta?


Si no quieren tanto bullicio, les doy una idea. Mañana, en Carrasconte, se celebra el segundo encuentro de música tradicional contra el Parkinson. Hay una comida benéfica en favor de la Asociación Parkinson Babia-Laciana, pero a esa ya llegamos tarde. Si queremos ir a comer, tenemos que llevar nosotros la comida, porque no hay sitio. Igual nos vale la pena. Por la mañana habrá bailes regionales con Aires de Babia y El Chano y, por la tarde, actuaciones de Manolín Álvarez, Albi, Son del Cordel, Grupo X Triplicado y El espontáneo y los Canónigos. Habrá risas, seguro y por encima de todo, abrazos. Es el lema de este año, música y abrazos. Creo que es porque al amigo Manel, que es quien se empeña en organizar todo esto, le gusta mucho eso del abrazo. Siempre que puede te cuenta alguno, el que le dio Carmen, después de una charla sobre violencia de género o el que le dio el Jefe de la Policía Local de Villablino, cuando se conocieron al organizar el encuentro del año pasado. Información a boca cerrada, dice él que son los abrazos.

viernes, 14 de junio de 2013

Cincuenta. (En Hoy por Hoy León, 14 de junio de 2013)

Conozco a uno que hoy cumple cincuenta años. No veo mucha diferencia entre cincuenta y cuarenta y nueve, pero parece que ese cincuenta, así, tan redondo, es una cifra mágica, algo que se tiene que celebrar de algún modo especial, un momento que marca frontera en la vida de alguien, como los tres, los seis, los dieciocho, los veinticinco, los treinta, qué se yo. Es una condición del ser humano la de recontar el tiempo, archivar el número de pasadas que hace el sol de este a oeste, palotes arañados en la pared de una celda para no perder la cordura, almanaques, dietarios, relojes, santorales. Por cada día un santo, en cada memoria un contador. Me gustaría hacer el chiste de que alguien que cumple cincuenta consigue por fin su L de novato, pero es muy rebuscado.

Cumplir cincuenta es abrir la cortina del túnel. Especialmente para los hombres, que ya sabemos que tenemos una vida estadísticamente más corta, lo que habrá que ver cómo se traduce en las pensiones con esa nueva complicación de cálculo que se nos anuncia. Es verdad que los hombres nos morimos antes. Lo recordábamos hace poco en una cena de cincuentones, echando cuenta de los que se han ido, empezando por los más recientes, hombres jóvenes para morir. Hablamos de Norberto, cincuenta y uno, pero había muchos más, como si hubiese alguna edad buena para morirse y esa no fuese los cincuenta. Pienso en lo indiferente que es cincuenta de cincuenta y uno o cuarenta y nueve y me doy cuenta de que, en aplicación del viejo truco de la tortuga y Aquiles al comparar dos series infinitas, lo mismo es cuarenta y nueve que cuarenta y ocho, de manera que seguiríamos así hasta concluir que veinte y ochenta son la misma cosa. Y son la misma cosa, el resultado estúpido de una convención que se empeña en medir lo que no existe. Se habrán fijado: para ustedes no transcurre el tiempo. El paso del tiempo está en lo otro. Puede que vean que sus manos están surcadas de abultadas venas, que se les marcan las señales de tantas sonrisas cerca de los labios, que el ímpetu con el que bombea su corazón no es exactamente vigoroso. Da igual. Eso es algo que le pasa como si le pasase a otro, porque su experiencia exacta es la de que usted sigue siendo el mismo. ¿Se da cuenta de que no ha transcurrido el tiempo desde que empecé a hablar, que para hacerse consciente de eso tiene que salirse de sí mismo y mirar un reloj? Porque es indiferente para uno, porque para la experiencia que uno tiene de sí, no existe el paso del tiempo. Así es que da igual cincuenta que noventa. Lo mismo es veinte que diecisiete. Y para morir, nunca es buen momento, o cualquiera vale, porque al universo, en su magnitud, le parece insignificante el lapso de tiempo en que exista la Vía Láctea, imagínense una vida, por muy corta o por muy larga que sea. Aunque sea la vida de un partido político, por poner un ejemplo de pervivencia histórica, digamos la UPL, que tiene ¿cuántos? ¿Veintisiete? ¿Veintidós? ¿Cómo será cuando alcance su L de los cincuenta?


Lo mejor de cumplir años es siempre el regalo. A este que les digo que hoy cumple cincuenta le han regalado sueños en una libreta vacía. Tendrá él que regalarse en sus páginas, como dicen los sorianos de la tierra de pinares de la nieve en primavera, porque allí la nieve no se derrite, se regala. Y lo emplean después para más cosas, porque también se regala un bombón que se deshace. Esa es una metáfora de lo que nos pasa, que hay un día que nos da por nacer, y luego en otro día tonto, nos regalamos, nos fundimos con el mundo, como si no pasara nada, porque sabemos que regalarse así es ser todo.

viernes, 7 de junio de 2013

Cosas que conviene contar. (En Hoy por Hoy León, 7 de junio de 2013)

Ella dijo que son cosas que no hay que contar y que conste que no acostumbro a discutir lo que dice, porque uno va sabiendo a quien y cuando se le deben discutir según qué cosas, pero esta vez no voy a hacerle caso y lo voy a decir, aunque no sea un tema estrictamente de León y se escape un poco al contenido de esta columna.

Ocurrió hace ya algunos días. La Reina Doña Sofía visitó en Madrid la Fundación Bobath, un centro dedicado al tratamiento integral de las personas afectadas de parálisis y daño cerebral, que se ocupa de la atención temprana a niños, pero que también tiene un colegio en el que pueden estudiar. El martes conocí a dos chicos que este año se gradúan en Secundaria. La Fundación tiene, además del Colegio de Educación Especial y el Centro de Atención Temprana, un Centro de Día, un Centro de Formación en el Concepto Bobath dirigido a profesionales y un Centro de Investigación en el Concepto Bobath. La Presidenta de la Fundación, Luisa Fúnez, es esa mujer de la que hoy les hablo, alguien con quien no les recomiendo discutir. Precisamente la de hoy es una tarde especial para ella, pero eso sí que son cosas que no les voy a contar.

Así es que ocurrió, como les digo, el pasado 28 de mayo, cuando la Reina hizo esta visita. Demostró eso que tantas veces se ha dicho de ella, que es una profesional. Precisamente en estos momentos en los que tanto llueve sobre la Monarquía, la Institución necesita mostrar su cara más íntegra. Su Majestad se interesó por los aspectos más básicos del funcionamiento del Centro, la atención, el compromiso del equipo de personas que trabaja todos los días con una realidad tan impactante para los que desconocen el problema, la tipología de niños afectados, preguntas que evidenciaban una preparación soberana del tema. Pero es que más allá de las cuestiones técnicas, Doña Sofía se acercó a los niños, estuvo con ellos, los tomó por las manos, les habló, se llevó un dibujo en el que aparece ella subida a un columpio mientras el propio niño que lo dibujó la está columpiando. Conoció a una niña inmigrante con la que sale en una de las fotos más bonitas que he visto, una imagen de la alegría de sentirse atendido, eso que siempre saben dar estos niños. La alegría de un niño que se sabe protegido, cuidado, querido. Se llevó muchas cartas la Reina, cartas escritas como las que en invierno se escriben a los Reyes Magos. Me consta que ha contestado algunas. Entre otras la de esa niña de la foto, esa niña inmigrante que está compartiendo casa con doce personas en un piso de sesenta metros, que tiene que operarse en un Sanatorio privado porque la red pública de salud no tiene soluciones para ella, una sombra que legalmente no existe. Solo que, y esas son las cosas que según Luisa no se dicen, los médicos que la van a operar no cobrarán por su trabajo y los gastos del sanatorio correrán a cargo de la Fundación. La Reina ya le ha escrito y le ha dicho que en breve encontrará una solución al problema de la casa. ¿Ven? Hay soluciones. Hasta para las situaciones más difíciles encontramos soluciones, si tenemos voluntad para arreglar las cosas.


Aquí en León lo hemos visto también. Lo han hecho con el autobús de ASPACE. Lolo sabe del asunto, pregúntenle cuando venga a la tertulia y Dani Martínez, el cómico, que ha movido el asunto en la Fundación Inocente Inocente. Sí, es lo que tiene la risa, que es capaz de arreglar muchísimas cosas.

domingo, 2 de junio de 2013

Tendrá que salvarnos el talento. (En Hoy por Hoy León, 31 de mayo de 2013)

El viernes pasado pude conocer a un ejecutivo español que trabaja en Seattle para una empresa americana. No vayan a pensar que es un joven tiburón recién salido de Harvard. Es alguien con mucha experiencia y mucha perspectiva - la suya, desde luego, porque todos tenemos una historia y no nos queda más remedio que ver el mundo con la mirada con la que hemos aprendido a verlo-. Nos contó cómo se ve el futuro de España desde el otro lado del océano y quizá porque se estaba tomando un Rioja delicioso, nos explicó que desde el otro lado del mundo no se ven las cosas tan mal. "Cada vez que me preguntan", dijo, "contesto lo mismo: el país está arruinado, cierto, pero como está arruinado Estados Unidos, con la diferencia de que tenemos hechas las infraestructuras y vosotros no tenéis nada". Y entonces nos habló de un puente que se hundió en una autopista entre Seattle y Vancouver, un puente que ya venía avisando que se caía, pero que no hubo modo de arreglar.

Nunca pensé que pudiera ser España un país con mejores infraestructuras que los Estados Unidos. Así es que todas estas noticias de AVEs que se frenan, aeropuertos sin aviones y el reciente desmantelamiento de las redes de RENFE, que de una manera tan directa afectan a nuestra provincia con la supresión de trenes en la línea de Astorga, deben ser males menores. Apareció el tema del seguro médico, lo funesto de la cultura española del gratis total. Y, finalmente, una idea en la que estamos de acuerdo. Si hay algo que tiene España es talento. Ese es el gran capital, la generación de los que hoy tienen entre 25 y 35 años, que es una generación con una preparación muy sólida, algo de lo que tenemos pruebas cada día en los periódicos. Una pena que estén la mayoría en paro o trabajando en otros países, como pueden ser los propios USA o la voraz Alemania.

Aún así, estoy de acuerdo con él en el diagnóstico. Creo en este país. Creo en nosotros. Me parece que es verdad que tenemos las condiciones para salir adelante. Lo que pasa, y eso también lo dijo, es que ponemos demasiadas cosas en manos de nuestros políticos, unos políticos que casi nunca están a la altura de los ciudadanos. Tendrá que ser el talento lo que nos salve, como siempre. Y, a propósito de talento, este miércoles se cerró el curso de ESTALMAT con la entrega de diplomas a los alumnos leoneses que han dedicado la tarde de los miércoles a trabajar en la estimulación del talento matemático, dirigidos por un grupo de profesores que hacen de las matemáticas una actividad estimulante y no un castigo. Es curiosa la circunstancia de que los organizadores se vean desbordados cada año por la avalancha de solicitudes. Se ve que hay ansia de talento.  Estos chicos talentosos estarán en León este fin de semana, porque se celebra aquí la Olimpiada Matemática Regional. Habrá overbooking de talentos, aunque es verdad, que todo ese talento no podrá compensar la pérdida que tuvimos ayer. No sé si se acuerdan, les hablé de él hace unas semanas. Es el tío Cayo, aquel lector infatigable de más de 90 años. Este jueves se ha cansado. Vino a verlo uno de sus hijos y se dejó morir en sus brazos. Hay gente que sabe hacer todas las cosas.


Lo que les decía, que hay a quien le sobra talento.