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viernes, 27 de junio de 2014

IRPF. (En Hoy por Hoy León, 27 de junio de 2014)

La primera idea que tuve para despedir la temporada fue hablarte de León, el león que nació en el circo Kaos y que aparece en una foto fantástica en brazos del Alcalde de León ante la sonrisa entre nerviosa y cómplice del Concejal de Cultura. Me parecía que era un modo sencillo de reunir en muy pocas palabras muchas de las reflexiones que he compartido contigo a lo largo de todos estos viernes. Un león albino, un animal precioso y extraño -como esta ciudad nuestra, como esta provincia hermosa y secreta- en manos del Alcalde a punto de ser elevado al cielo como en la película de Disney. Simba en manos de Mufasa contra el cielo lleno de estrellas. Claro que es una mala pata que el circo venga a llamarse Kaos y que sea precisamente un circo. Quizá por eso pensé que este no debía ser el tema del último viernes de la temporada, por mucho que la imagen me resulte seductora.

Desechar una idea es abrir la puerta a otra y normalmente vienen una y otra de la mano. No sé qué clase de conexión establecí con esto del león llamado León y su circo Kaos, pero el tema que se me vino de inmediato a la cabeza es el de la iniciativa leonesista de preparar una ceremonia en la catedral, con toda la parafernalia, cuando el Rey de España y su esposa vengan en visita oficial, para que juren como Reyes de León. Seguramente tiene una justificación histórica incuestionable y estoy seguro de que un evento semejante proporcionaría minutos de televisión sin tener que hablar de crímenes u otras historias, lo que no nos viene mal, porque todo lo que sea salir en la “tele” es existir en este mundo tan exagerado en el que nos toca vivir, un mundo en el que no se es, si no se es conocido. Ya hace mucho que no vale aquello de que el buen paño en el arca se vende. Y sí, salir por la tele es vender turismo, y tener turistas es mover dinero. Mover dinero para todos, siempre lo digo. No hay más que ver el empujón que le ha dado a las visitas al Panteón de los Reyes la noticia del Santo Grial.


Pero todo esto son lindezas, adornitos primaverales ya estropeados por las tormentas de este comienzo de verano. ¿Lo viste la noche de San Juan? ¿Viste el cielo encendido por encima de los colorines de los fuegos artificiales? Hay algunas fotos increíbles, casi más tiernas que la del alcalde con el cachorro albino, o la hipotética imagen de la Reina Letizia jurando en Santa María como Reina de León, fotos espléndidas de ese cielo sobrecogido iluminando la noche de los fuegos, la noche mágica del fuego. El cielo se ha estremecido en este comienzo de verano, porque el tiempo es un tiempo sombrío. Vivimos en tiempos sombríos. Son los tiempos que ya adivinaba Brecht en su poema. Esos tiempos en los que sigue siendo insensata la palabra ingenua, en los que la frente lisa revela insensibilidad. Ya lo sabes, vivimos en tiempos sombríos. No es aquella guerra insensata, pero sigue siendo un tiempo de guerra, quizá más cruel. ¡Come y bebe!, nos dicen. Pero, ¿cómo podemos hacerlo si sabemos que lo que comemos y bebemos pertenece a otro con más hambre, con más sed? Es una forma de leer aquel poema, un poema que todavía está vivo entre nosotros, porque más allá del paro, del mileurismo, de la precariedad, está la mirada de las mujeres y los hombres sabios, que se encuentran ciegos ante el desorden del mundo y se abruman con la injusticia de la iniquidad. Y luego pagan, como si fueran ricos, su cuota anual de IRPF.

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