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viernes, 28 de noviembre de 2014
Temblor esencial. (En Hoy por Hoy León, 28 de noviembre de 2014)
No sabría decir si está en
un poema de algún poeta chileno o si es algo que voló desde tu miedo a mi
memoria. A veces nos ocurre eso, que se nos pegan palabras de otros y se nos
meten en la cabeza como si fueran nuestras. Yo sé que cuando escuché reunidas
las palabras “temblor” y “esencial” comprendí que era un verso, como es un
verso decir que “tú tienes la única almohada sobre la que puedo descansar”.
Porque, por mucho Black Friday que se nos aparezca, por mucha rebaja post Thanksgiving
recién importada de América que nos llene el día de hoy de tentaciones
consumistas, sé que está brotando en el entorno de tu almohada el verso suelto
que se resuelve en temblor del cielo, en temblor esencial. ¿Ves cómo la
enfermedad es a veces solamente lo que tú quieres que sea? Ese temblor esencial
tuyo, querido maestro, el mejor maestro que nunca haya tenido Lucas, puede ser
también, siempre que tú quieras, el verso primero de un poema. “Temblor
esencial, el cielo, ese lugar señalado
por tu almohada”.
Así es que tiemblas, querido
maestro, hay algo en ti que tiembla, cuando levantas el café, cuando repasas la
hoja, cuando te acercas a la boca un prieto picudo de tu tierra y tratas de
disimular tu miedo a ese temblor esencial que te atenaza: no me extraña que lo
tengas. Hay motivos sobrados para que los maestros tengan miedo y motivos
sobrados para no querer descubrir ese absurdo temblor entre tus manos.
Supongo que habrás visto ya
las fotos de las ovejas escapadas por la fuente de Guzmán, atolondradas por
Papalaguinda, descarriadas por el Puente de los Leones. La foto que me llegó
ayer al móvil traía un comentario que la sacaba de contexto en vez de
explicarla. “León es muy rural”, decía el pie de foto que alguien había
colocado, desconectando así la imagen de las ovejas, que pastaban en el césped
de la fuente, de su causa original. Habían ido hasta allí en una manifestación
contra la LOMCE. Sí, ya sabes, ayer hubo una manifestación contra la Ley Wert y
desde el sindicato Comisiones Obreras pensaron que sería buena idea hacer que
se manifestase un grupo de ovejas por la capital en señal de protesta. La
metáfora es clara: según el sindicato, la nueva ley de educación convierte al
alumnado en ganado, concretamente lo aborrega. Ovejas en manifestación contra
la ley de educación, ¿te das cuenta?
Y resulta que las ovejas,
como si se tratase de alumnos aventajados, decidieron ayer saltarse todas las
expectativas y darse un garbeo libertario por el centro de León. Parece ser que
el pobre pastor no era capaz de controlar a su ganado y la manifestación
ocurrió al revés, con los manifestantes siguiendo a los borregos. A veces pasa.
Subestimamos el efecto de nuestras iniciativas y no es que se nos vaya de las
manos, es que el resultado puede ir mucho más allá de lo que habíamos calculado,
produciendo otros efectos, como este en el que se habla más de las ovejas que
de la crítica a la nueva ley. Si la Ley Wert aborrega, que puede, está por ver,
pero lo que adocena o libera no es lo que está en la ley, sino lo que contagian
maestros como tú. Maestros que enseñan a no dejarse llevar como borregos por la
existencia de inventos como este del Black Friday, a comprender que la fórmula
para dormir tranquilo no está en la almohada del consumismo, a descubrir la
belleza de un verso aunque sea el nombre de esa enfermedad tuya, ese temblor
esencial que dices que tienes.
viernes, 21 de noviembre de 2014
Quiero tu chiflatón. (En Hoy por Hoy León, 21 de noviembre de 2014)
Se lo dijo Jordi Savall a
Gemma Nierga en una entrevista a propósito de su renuncia al Premio Nacional de
Música: “La música es una base fundamental para la educación del ser humano. Es
con la música que podemos contactar con lo más profundo de nuestro ser. La
música nos habla al corazón, es un elemento de sensibilidad fundamental para
los jóvenes”. El músico catalán se encontraba en el aeropuerto de León, a punto
de tomar un avión para Barcelona. Me acordaba vagamente del contenido de la
entrevista y he tenido que buscarla en internet y tengo la sensación de que, en
la grabación, falta precisamente una de las frases que quería recordar, una en
la que el maestro se refiere al latido del corazón como la primera música, el
primer ritmo que escuchamos. No es solo que la música nos habla al corazón, es
que es el corazón, que nuestro corazón es música.
Claro que fue una simple
coincidencia que Savall hablase por teléfono desde el aeropuerto de León en la
entrevista, pero es que, ya sabes, León es zona de músicos, aunque la música
está en cualquier lugar en el que haya seres humanos. Por eso quiero recordarte
que mañana es el día de Santa Cecilia, patrona de la música y dice Wikipedia
que también de los poetas. Y un poco poética es la idea del mercado de
instrumentos usados que se celebra mañana en el Centro Comercial León Plaza.
Una idea que parte de los 40 León y del paisano que está ahora mismo del otro
lado del cristal, el amigo Mures. Estaría bien que ese mercado sirviera como encuentro
de músicos y músicas, porque la iniciativa no tiene detrás ningún otro interés.
Se trata de recuperar de aquel rincón esa arpa silenciosa y cubierta de polvo,
para que deje de ocupar espacio y deje de esperar la mano de nieve que venga a
arrancar notas dormidas en sus cuerdas, devolver vida a los instrumentos
adormecidos y tener también la oportunidad de encontrar ese instrumento en el
que está latiendo un corazón. Dice Mures que piensa vender un cliflatón que tiene
en buen uso. Miedo da solo de pensarlo.
Y
como dice Wikipedia que Cecilia de Roma también es patrona de los poetas, me
gustaría traer también hoy unas líneas de eso que Borja Rivero ha llamado
poesía de lo cotidiano. La AMPA del Colegio San Claudio, que colabora con la
Conferencia de San Claudio en la recogida de alimentos no perecederos para
distribuir entre familias con bajos recursos, no va a entregar este año lo que
se recoja a ninguna ONG, sino que lo va a repartir íntegramente entre familias
necesitadas del colegio. Los detalles de cómo participar en la campaña están a
disposición de cualquiera en el propio Colegio, pero lo que cuenta aquí no es
que se organice una campaña para recoger alimentos, sino que, como dijo ayer el
Papa Francisco en la cumbre sobre nutrición, “el hambriento está ahí en la
esquina de la calle”, pero no ya en la esquina, sino a tu lado, puede que hasta
seas tú, porque, también lo dijo el Papa, “aunque hay comida para todos, no
todos pueden comer” y nos parecía que eso era una cosa de otros, de otros
mundos de tercera división, cosa de otras calles, de otras gentes y resulta que
tienes el hambre a la mano, que se te para la música, se te congela el corazón
cuando comprendes que la necesidad está sentada en el pupitre de tu hijo y se
pone el mismo babi. Quisiera saber que hay los suficientes hombres buenos para
conseguir que esto cambie, pero no sé qué pasa que cada vez quedan menos.
sábado, 15 de noviembre de 2014
Veintiún euros. (En Hoy por Hoy León, 14 de noviembre de 2014)
Del otro lado del mundo me
llegó un mensaje para nosotros, los que tenemos vidas complicadas. El mensaje
era sencillo, porque solo lo sencillo es útil para iluminar lo complicado. Es
un dibujo en el que se ve a Winnie the Pooh caminando por la nieve junto a su
amigo Piglet. “¿Qué día es?”, pregunta Pooh. “Es hoy”, le contesta su amigo.
“Mi día favorito”, sentencia el oso. Algo sencillo para simplificarnos a los
que tenemos vidas complicadas.
Llenamos nuestras vidas de
complicaciones. ¿Cuál es tu día favorito? ¿El viernes? ¿El sábado? ¿El lunes?
¿Los martes que son día impar salvo los que caen en trece? ¡Con lo sencillo que
es encontrar la respuesta correcta: mi día favorito es hoy! Pero no somos
capaces de evitar la complicación. Y creo que la clave está en desnudarnos de
tanta seriedad y madurez y recuperar algo de la mirada inocente de los niños
que todavía queda en algún reflejo de nuestra pupila. Hay un ejemplo de esto
que te cuento en un vídeo que también me llega del otro lado del mundo, esta
vez a través de internet. Se llama “50 personas, 1 pregunta”. La pregunta es
sencilla: ¿si pudiera cambiar cualquier cosa de su cuerpo, qué cambiaría? La
mayoría de los adultos a los que se hace la pregunta contestan cosas del estilo
“mi frente”, “mi cara regordeta”, “mis estrías de después del embarazo”, “mi
nariz”, “mis orejas”, pero todos sienten la necesidad de además de contestar a
la pregunta dar una explicación. “Me gustaría cambiar mi piel, porque desde
pequeña siempre he tenido acné y eccemas” y todos hablan de lo mucho que
sufrían por sus pequeños defectos físicos cuando eran niños. En cambio, cuando
esa pregunta se le hace a un grupo de niños, las respuestas no son en absoluto
complicadas. Muchos dicen que no cambiarían nada, que están muy bien como
están, pero, si tuvieran que cambiar algo, quizá les gustaría tener una cola de
sirena o una boca de tiburón, el poder de la teletransportación, unas alas para
volar. Ser niño es ver con claridad. Luego las cosas se complican y ya no hay
manera de ver el mundo con la sencillez que merece.
Te cuento esto porque en
esta semana he sentido la locura de la complicación del mundo de los adultos y
he decidido ser Winnie the Pooh. Hoy es mi día favorito. Por eso no voy a
hablar de las noticias, ni siquiera de las buenas. Lo decidí a principio de la
semana cuando tuve que escuchar que se había detenido a la madre de un bebé de
18 meses que había aparecido muerto en una maleta en la vía del tren, cuando
escuché que habían apresado al presunto autor del asesinato de una mujer de 90
años en El Burgo Ranero. ¿Cómo podemos complicar tanto las cosas? No sé qué
contestaría el inminente Presidente de la Diputación, Emilio Orejas, si le
preguntasen qué cambiaría. Quizá eso que dice el PSOE de los dos mil
ochocientos euros, o lo del censo, o aquello otro de los seis mil euros de la
cruz. La vida de los adultos se hace a veces muy complicada. Por eso yo quiero
ser esta semana Winnie the Pooh y pensar que las cosas son tan sencillas como
deben ser. Por cierto, y hablando de gente sencilla, ¿has visto el anuncio de
la lotería? Sí, el de los veintiún euros por un café. A Winnie the Pooh le
gustaría poder pensar que esas cosas pasan, que no todo es lo que nos llega del
mundo cenagoso de la política o de los sucesos y que hay gente sencilla que
realmente cree que “El mayor premio es compartirlo” y que, además, lo comparte de
verdad.
viernes, 7 de noviembre de 2014
Hebras de Luz. (En Hoy por Hoy León, 7 de noviembre de 2014)
Sé
que es algo que los cardiólogos hacen de forma rutinaria. Sé que no tiene
excesivo riesgo, que es una práctica tan habitual que llega uno por la mañana
al hospital y por la tarde está en su casa. Todo eso lo sé. Lo que pasa es que
me tienes que reconocer que suena muy arriesgado saber que te van a cambiar el
ritmo al que te late el corazón. Se llama cardioversión y es una de esas
maravillas técnicas de la medicina, un procedimiento sencillo para resolver
problemas de arritmia por el que, mediante un electrochoque, se interrumpe
brevemente toda la actividad eléctrica del corazón y luego se retoma el ritmo
cardíaco normal.
Si
no fuera por la cara de susto que tenía ayer mi amigo Ángel, quien a estas
horas estará recuperando un ritmo normal para sus latidos, utilizaría la
cardioversión como metáfora de lo que está pasando en el Partido Popular de
León. Diría que había un ritmo cardíaco anormal que marcaba todos los pasos del
partido desde una dirección controladora omnipresente que caminaba al ritmo
frenético de su Presidenta hasta el día fatídico de su asesinato, momento en el
que tuvo lugar, si me lo permites, un fuerte electrochoque, tan inesperado y
brutal que, lejos de producir el efecto de una cardioversión programada y
controlada, supuso una alteración extrema, una suerte de baile de San Vito que
aceleró los “tironeos” internos de unos y otros en la lucha por el control del
poder, huérfano de líderes carismáticos a la sombra del torbellino que acababa
de desaparecer. La fibrilación ventricular o la taquicardia, imagínate lo que
quieras, se aceleró.
Y
parece que en estos días, tan convulsos y excitantes en el terreno de la
información, en la cocina del partido se ha ido programando un proceso de
parada y recomposición, un intento por recuperar el latido rítmico del corazón
azul, sangrante y delicado. No se puede gobernar la Diputación desde la cárcel,
dicen. Las llaves del salón del Reino ya están en manos de quien siempre las
tuvo, solo que ahora el ritmo del partido lo controla su propio corazón. No sé
si esto hará que el Partido Popular de León quede definitivamente curado,
aunque tiene pinta de que, para ellos, por ahí puede ir la solución, con
independencia de cuántas calles se asfalten de aquí al día de las municipales.
Deberían
pensar, no obstante, los viejos nuevos dirigentes, que entre los barrotes de
siglas que nos manejan, sea al frente de las instituciones o desde la
oposición, se está colando una forma diferente de ver las cosas. Ya lo ha dicho
incluso el último barómetro del CIS y, cuando otro enfoque aborda los problemas,
una nueva solución se abre paso como las hebras de luz que atraviesan las
hayas. Y puede ocurrir, lo he leído en ese poema de mi amiga Paz, que rescaten
el corazón de morir ahogado en el desconcierto, mientras la calma despedaza los
sentidos. Sé que mezclo muchas cosas, quizá porque mi corazón late de cualquier
manera a la vista de tanto deterioro y es que, me lo podrían haber escrito en la servilleta de algún bar, no se
consiguen resultados diferentes si se siguen haciendo las mismas cosas, porque
en un arco iris caben todos los colores que tú quieras soñar y no hay
aprendizaje si no hay transformación. Así es que Ángel, arriba, que tienes un
viejo nuevo corazón que late acompasado, ahora que ya tienes superado tu
chispazo.
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