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viernes, 27 de marzo de 2015

Al fondo hay sitio. (Audio)

Al fondo hay sitio. (En Hoy por Hoy León, 27 de marzo de 2015)

        El martes acompañé en una visita a ASPACE  a tres muchachos que querían conocer el mundo de los niños con parálisis cerebral. Mientras ellos hacían una entrevista al director, yo me había quedado en el pasillo y una de las maestras que trabajan allí me invitó amablemente a tomar un café. Ella es fumadora, por lo que nos salimos del edificio y tomamos aquel café sentados en un alféizar, en un lugar protegido del viento, cerca de la entrada principal. El sol de la mañana dibujaba un paisaje de confort entre nosotros y la calma del momento se coló en la conversación. Te lo cuento porque hablamos del modo en el que trabajan allí con esos niños tan especiales, sí, y nos detuvimos a señalar el hecho de que todas las personas que trabajan allí están contentas mientras hacen su trabajo, por mucho que a nosotros nos pueda parecer algo tan duro. De todos modos, enseguida la conversación derivó hacia nuestros propios hijos y estuvimos hablando del modo tan especial que tiene cada uno de ir buscando su propio sitio en el mundo.

         Hay quien se pasa media vida tratando de saber cuál es su lugar en el mundo y, una vez que lo encuentra, se siente incómodo en él. No, no me malinterpretes, no lo digo en relación con la tragedia de Germanwings, esa incomodidad no tiene por qué convertirte en una persona tan enferma. Es más, la mayoría de las veces es una incomodidad liviana, fácil de llevar, quizá por la convicción secreta de que no vale la pena buscar un lugar en el mundo distinto al que se ocupa, porque nunca se podría conseguir. El lugar de cada uno es exactamente ese en el que está, de la misma manera que el tiempo nos coloca siempre en este instante de ahora que, para colmo, ni siquiera existe. Hay un cuento muy hermoso que habla de un campesino que quería conocer la madera de sándalo y escribió cartas a sus amigos en todo el mundo para que le enviaran muestras de esa madera tan preciosa sin saber que el lápiz con el que les escribía estaba hecho con ella. Ya. Me vas a decir que si nos conformamos no nos movemos, no transformamos las cosas, y tienes razón, pero aquí ya no hay más lugar que buscar que ese en el que te encuentras cómodo, como aquel rinconcito del martes en el que le dimos una vuelta de oro al miedo con el que los adolescentes inteligentes se abren al mundo de los adultos.


         Y pensaba cerrar el artículo haciendo un paralelismo con el gesto político de la confección de listas, pero no me quedan muchas ganas de enredarme en eso, porque, además es un chiste fácil, que todo el mundo sabe que en esos codazos por estar en la lista puede uno ver reflejada esa etapa de la adolescencia, esa búsqueda incierta del lugar propio en el universo que es la relación de candidatos. Lo bueno que tienen estas listas es que, como decían los conductores de autobús, “al fondo hay sitio” y los puestos de salida se cubren con los nombres de primeros espadas, pero los de abajo, son solo para los muy fieles, esos que saben que no serán elegidos, pero que quieren ofrecer su nombre al partido para completar la candidatura. Pero ya te digo que no me quedan ganas, que la noticia de ayer de Torre del Bierzo o la terrible tragedia de la semana, son esas cosas que le hacen a uno pensar si verdaderamente estar o no estar en el mundo tiene que ver con lo que uno elige.

viernes, 20 de marzo de 2015

Caramba con el eclipse. (Audio)

Caramba con el eclipse. (En Hoy por Hoy León, 20 de marzo de 2015)

De chicos, cuando había un eclipse, utilizábamos los negativos de los carretes de fotografía o ahumábamos un cristal para mirar al sol. Como ya hace tantos años que todas nuestras fotos son digitales, nos hemos quedado sin verlo. Nadie tiene película en su casa, aunque cada casa pueda ser una película. Lo de ahumar el cristal lo teníamos a mano, pero las autoridades nos advirtieron que no se debe observar el sol directamente, que para ver el eclipse lo mejor es que lo proyectemos o que utilicemos sistemas homologados. Es lo que pasa siempre, que se nos pide que no miremos directamente a las cosas, que busquemos subterfugios para hacerlo, porque mirar directamente a la verdad puede causar daños irreparables.

Es una sensación que he tenido al asistir a esos acontecimientos que llamamos “de masas”, digamos un partido de fútbol del máximo nivel o un concierto de alguna superestrella. A veces se pasa uno más tiempo mirando a las pantallas que directamente a lo que pasa y también ocurre que después nos vamos a internet o a la televisión para ver la imagen de lo que ya hemos visto, en una especie de reafirmación de la realidad a través de lo que queda en los medios de comunicación. Lo veo también en los viajes: turistas tomando imágenes sin parar. En ocasiones solo vemos el monumento que hemos ido a visitar a través del visor de la cámara y luego, en lo que nos queda en la memoria, pero no en la memoria propia, sino en esa memoria prestada que se almacena en el disco duro del ordenador. Y se nos olvida que, cada vez que tomamos una imagen, recortamos la realidad y dejamos a un lado lo que queda fuera del encuadre. Pero eso es inevitable. Siempre recortamos la figura sobre un fondo difuso para evitar la angustia de los límites del cuadro, cuando nos enfrentamos directamente a la realidad.


A esta hora ya hace rato que el eclipse ha terminado. No sé si has podido verlo, pero no te preocupes, ya hay miles de sitios en internet que te lo muestran y en las noticias tendrás las mejores imágenes. Puede que hasta nos enseñen cómo se ha visto en las Islas Feroe. No me digas que no te resulta apasionante. No me digas que no has apreciado su alteración. Si tan importante es el sol para la vida, ¿cómo no nos va a afectar que se esconda tras la luna? Ya sabes que, desde siempre, los eclipses nos han atrapado por su magia. Me imagino a Tales de Mileto diciéndole a sus paisanos que el sol se iba a ocultar y a estos muriéndose de risa al oírlo y después de miedo al comprobar que tenía razón. Dicen que ese eclipse tuvo lugar en mitad de una batalla y que los contendientes, ante el temor de que lo que ocurría fuese una advertencia divina, decidieron acordar la paz. Hoy no hay paz por el eclipse. Al contrario, la convulsión es cada vez más intensa, pero hay tantas realidades que se escapan del marco de nuestra mirada que nos parece que todo sucede como debe suceder y hasta nos creemos que eso que estamos viendo recortado en imágenes es la auténtica realidad. Me gustaría pensar que todo este revuelo de listas y de nombres es porque en los partidos están buscando a los mejores, pero creo que no vienen por ahí los tiros, que ni el secretismo de Silván, ni la apuesta de Ciudadanos por la derecha o los movimientos ondulatorios del PSOE por la izquierda persiguen encontrar personas que sepan mirar de frente lo que es la realidad. Esa realidad a la que podemos mirar directamente sin temer a la ceguera.

viernes, 13 de marzo de 2015

Encuentro de gran cordialidad. (Audio)

Encuentro de gran cordialidad. (En Hoy por Hoy León, 13 de marzo de 2015)

La foto de ayer era la foto de un paso de baile. Hay una imagen de Cinema Paradiso en la que se ve a varias parejas de hombres bailando. Lo hacen con la naturalidad de cualquier pareja de baile, pero con la impostura de esa sociedad machista en la que viven. Nosotros tenemos en la retina las imágenes de mujeres que bailan solas bailes pensados para parejas y no nos llaman la atención. En cambio no nos resulta tan natural ver parejas de hombres que se sostienen en ese abrazo a mitad de camino, que no avanza hasta la cintura y se queda en el antebrazo, en una pose indolente. La foto de ayer tenía ese aire. El esfuerzo de las sonrisas en la nocturnidad alevosa del disparo no es más que un síntoma de la falsedad del abrazo, una mano detenida en el codo del otro, la mano del contrario marcando la distancia contra el brazo o el pecho, no se sabe bien por la perspectiva. Y también la gama de azules en las americanas y las camisas, como subrayando que sabemos que la foto va a ser en color y que el azul es el color del candidato, aunque sea de izquierdas. Lo aprendimos con Nixon en aquel famoso debate televisado. Y el cuello, distendido, sin corbata, dejando claro lo casual del encuentro, a pesar de estar absolutamente pactado.

Apuesta el periódico por un resultado electoral en el sentido de siempre y parece considerar solamente a los dos representantes de los partidos con más votos en la actualidad en la medida en que solo salen esos candidatos en la foto y el titular “PP y PSOE arrancan la carrera por la Alcaldía” sitúa la disputa electoral en el bipartidismo precisamente en la semana en la que algunas encuestas a nivel nacional nos hablan de un empate entre cuatro partidos, subrayando el fin de una historia que parece claro que llega a su final. Te digo que me gusta volver a mirarla, porque es una foto tan tierna, una foto tan encantadora que me siento nuevamente en la ingenuidad de la infancia viendo a los candidatos competir para ver cuál de los dos desencaja más la sonrisa.


¿Y cuándo dices que son las elecciones? ¿En mayo? ¡Madre mía, cuán largo me lo fiáis! Se nos harán interminables estos meses en  los que irán saliendo uno tras otro pequeños escándalos como el de Garrafe o el de la gestora del PSOE en Astorga. Ajustes de cuentas entre abrazados de uno y otro signo. Navajas internas que, como la de Ockham, se encargarán de rebanar todo lo innecesario. Y. mientras tanto, los que manejan los hilos en la barbería, afilan sus cuchillas sin reparar si tiene o no tiene barba el sujeto que tienen sentado en el sillón de barbero, como en una película de Chaplin, solo que da igual, que en este sentido la barba se corta a la altura del cuello. Y, entre tanto, unos y otros y los de más allá siguen avanzando en la confección de listas. Con mayor o menor control, con mayor o menor libertad. Me gusta mucho esa secuencia final de Cinema Paradiso en la que se ven unidos todos los recortes de fotogramas en una especie de historia musical del beso desde que  empezó el cine y la censura obligó a los exhibidores a mantener a buen recaudo la moral. Yo diría que el censor habría eliminado este abrazo, entiéndeme bien, no por que invite a pecar contra el sexto, sino porque invita a pecar contra la razón y esa explicación de que “Antonio Silván y José Antonio Díez celebran un encuentro de gran cordialidad ante el Ayuntamiento de San Marcelo” huele a paso de Semana Santa, a imagen hierática de la pasión.

viernes, 6 de marzo de 2015

Emilio, o la educación. (Audio)

Emilio, o la educación. (En Hoy por Hoy León, 6 de marzo de 2015)

Una de las cosas que siempre me han gustado de ser profesor de filosofía es tener que explicar a Kant cuando llega la primavera. Me gusta esa tensión entre el impulso de la vida desbordándose alrededor y la exigencia del rigor lógico del sistema kantiano, la aridez de sus textos. Ahora que el candidato del PSOE a la Presidencia de la Comunidad de Madrid ha puesto tan de moda la filosofía no se siente uno bicho raro diciendo estas cosas y, si él puede citar a Kant en un mitin, me gustaría pensar que yo puedo acordarme de Rousseau en esta mañana de viernes. La Ilustración es el momento clave en el camino hacia la libertad y ese camino empieza naturalmente en la educación. Los filósofos ilustrados se dieron cuenta de ello, especialmente Locke y Rousseau. El filósofo suizo escribió una obra muy interesante que tituló Emilio, o la educación, un tratado sobre la bondad original del hombre, en cuyo pasaje inicial se lee: “Todo está bien al salir de las manos del Autor de la naturaleza, todo degenera en las manos del hombre”. Parece que, según esto, los primeros movimientos de la naturaleza son siempre rectos, no existe ninguna perversidad original en el corazón humano. El hombre, este Emilio del que nos habla en su tratado, es bueno por naturaleza. El mal procede de la acción que el propio hombre ejerce contra su bondad natural. Ahí radica la importancia de la educación. Como la naturaleza es buena y origen de todo bien, el ideal educativo consiste en utilizar como criterio pedagógico el desarrollo de lo que hay de natural en el hombre, adecuando a él la educación. Así es que hay una bondad de salida en los seres humanos que se deteriora porque participan de una sociedad inevitablemente corrupta. El pensamiento ilustrado impulsó los grandes movimientos sociales que están en el origen de la idea de ciudadano que hoy seguimos sosteniendo como piedra angular de la civilización occidental. Hablamos de la Declaración de Independencia de las Colonias Británicas del 4 de julio de 1776 o de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano del 23 de junio de 1793 como el origen de la actual Declaración Universal de Derechos Humanos. De todas maneras, acuérdate de que esa gran revolución que empezó en Francia en 1789 hizo que rodaran muchas cabezas por los suelos de las plazas públicas. Hoy las cabezas que ruedan lo hacen figuradamente y la guillotina no deja sangre, porque la maquinaria del partido impone el estado de las cosas, aunque este no sea un estado natural. De todos modos no habrá que preocuparse, porque a este Emilio que la sociedad maltrata se le buscará un lugar cómodo en el que poder seguir su carrera. No sé si es algo que ya figura en el contrato y no precisamente en el Contrato Social del que nos hablaba Rousseau.


En el Emilio, supongo que tiene que ver con la época, se excluye del ideal de educación a las mujeres. Afortunadamente eso ya no es así y las mujeres lideran la construcción de una sociedad más humana en muchos aspectos. Lo escuché esta semana: la paz germina en el corazón de las mujeres. Permíteme que termine hoy con esta idea, aun sabiendo que el tema de la semana es el de una cabeza rodando figuradamente por las moquetas de Ordoño, puede que por la brutal ausencia de una mujer. La paz está en el corazón de las mujeres, está en su mano y en su fuerza. Lo sabemos bien. El domingo es el Día de la Mujer. Todavía te da tiempo a celebrarlo. En el García Bellido lo hacen bailando. Un baile multicultural con mujeres tailandesas, dominicanas y leonesas. Una fiesta del poder de la paz y la educación.