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viernes, 26 de junio de 2015

Tres Mujeres. (Audio)

Tres mujeres. (En Hoy por Hoy León, 26 de junio de 2015)

Son frases oídas al azar. Ideas que me llegan como en un soplo. La última que tengo danzando en mi cabeza es una de Abraham Lincoln, esa que dice que puedes engañar a todo el mundo algún tiempo, y que puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero que nadie puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. En inglés suena mejor, porque esa idea de parte de la gente y parte del tiempo es más precisa que nuestro algún, es una indefinición más concreta, si es que eso tiene algún sentido. Hay una parte de la gente que vive siempre engañada, pero solo una parte y también es verdad que todo el mundo ha vivido engañado parte del tiempo, pero solo una parte. Lo descomunal es la mentira absoluta, el imposible engaño de todos durante todo el tiempo.

No estoy hablando del asunto de la UPL y el pacto en la Junta. Ese es un tema que se me escapa y no sé si hay quien miente todo el tiempo o quien sencillamente quiere creerse todo lo que le cuentan. Tampoco relaciono la frase de Lincoln con los asuntos de la basura en el Ayuntamiento de León o las fantasiosas supuestas promesas del PSOE a sus alcaldes y concejales electos asegurándoles más puestos en la Diputación de los que estaban disponibles. Tampoco veo raro lo que pasa en tantos pueblos pequeños en los que es imposible alcanzar mayorías de gobierno y los pactos multibandas se ven saboteados por pequeñas falsedades, verdades a medias o abiertas traiciones. Ya dijimos que habría historias para no dormir con la aritmética de los pactos o esa geometría variable de la que habló en su día Zapatero a modo de metáfora de un hoy contigo y mañana con el otro.

No sé bien por qué se me ha quedado en la cabeza esa frase, pero la recuerdo cada cinco minutos y hasta la repito en voz alta. Me pasa a veces. Hace poco no era una frase, sino el nombre de una mediofondista rumana de los años ochenta. Se reía un compañero de mí porque de repente le pregunté, “oye, ¿tú sabes quién es Doina Melinte?” Cuando uno tiene en la cabeza ese tipo de cosas es que está sobrepasado de estrés. También me pasa que más que frases oídas al azar, números o nombres, tengo en la cabeza pensamientos recurrentes. Yo que sé. Pensamientos del estilo, “hoy es la última vez que llevo a mi hija al colegio”. Y el lunes, que fue la última vez que lo hice, estuve pensando en eso todo el día, en eso y en la curiosa coincidencia de que el último día que la llevé al colegio fue el primero en el que ella, en el coche, escuchó una canción de los Beatles. Esa que habla de Desmond y de Molly, de su puesto en el mercado y de que la vida continúa en un sostén, Obladí Obladá. Y pensamientos del estilo de “hoy es el último día que te cuento cosas, por lo menos esta temporada”. El último día que le doy de comer a este gato, el último día que me siento en esta mesa de despacho, el último día que te hago llorar mientras conduces camino de tu pueblo.


Doina Melinte pudo ganar una medalla de oro en Los Ángeles por el boicot de Rusia a los Juegos del 84. A veces pasa, que hay circunstancias que te colocan en lo alto del podio. Le pasa a Martínez Majo, que ya preside una Diputación sin mujeres. Bueno, no, que hay tres, Manuela, Teresa y Pilar. Una Diputación con tres mujeres y veintidós hombres. No podemos pretender engañar a todo el mundo todo el tiempo, porque al final se nos nota lo que hay.

viernes, 19 de junio de 2015

Ramadán. (Audio)

Ramadán. (En Hoy por Hoy León, 19 de junio de 2015)

Desde que sale el sol hasta el ocaso. Es y no es una medida. Lo es, porque se trata de un modo de segmentar el tiempo y en cierto modo eso significa medirlo, pero no lo es porque para que se tratara de una medida tendría que ser un estándar y enseguida comprenderás que no es lo mismo decir desde que sale el sol hasta que se pone en el polo norte que en el sur. Y además ocurre que ese lapso, ese intervalo de tiempo,  no es el mismo tiempo al mismo tiempo, porque ni amanece, ni se pone el sol en el mismo instante en dos lugares distintos de la tierra. Así es que ese mandato del Ramadán del ayuno y la abstinencia desde que sale el sol hasta que se pone no se refiere a un intervalo de tiempo, sino, permíteme la cursilada, a un paréntesis de vida. Y ya sabes lo que opino de la vida y el tiempo, que no hay más tiempo que el de la vida y no hay más vida que la que se da en el tiempo. Por eso me importa poco medirlo y no hay comparaciones, porque la vida de cada uno es respecto al tiempo su propia medida y no se trata de vivir más o menos tiempo, sino de ser consciente de la vida en cada momento. Y ahí es donde entra en juego la interesante idea del paréntesis.

Imagino a millones de musulmanes observando el Ramadán. Aquí en León, en la puerta de la mezquita se veía mucha actividad esta semana, señal de que, como en todas partes, los mahometanos celebran la revelación divina al profeta Mahoma. Es como que hacen un paréntesis en su rutina y, aunque sigan con la misma actividad de cada día, cada gesto que hacen está marcado por su decisión de no ingerir nada desde el amanecer hasta el ocaso, hasta ese momento en el que se haya puesto el sol y tomen un dátil y un sorbo de agua y se cierre en una oración el paréntesis diario. La conciencia de estar en tiempo presente. Conozco a un estudiante musulmán del que hablaba Fulgencio en la tertulia de hace un par de viernes. Sus propios compañeros dicen de él que es una mente brillante, un cerebro para las matemáticas. Tendrá que resolver un paréntesis antes de seguir adelante con la ecuación de su vida, porque su familia ya no podía pagar el alquiler del piso y han tenido que emigrar más al sur, en busca de un trabajo de temporada. Será difícil que ese muchacho que hoy estará ayunando tenga la oportunidad de desarrollar su talento y las habilidades que ha adquirido. Si quieres que te lo diga en términos de economía, hemos invertido en un producto insostenible, pero ha valido la pena. A veces pienso que la tarea de educar tiene que ver más con la magia de la emoción, con el brillo del polvo de hadas, que con la bata blanca de la instrucción y la técnica. Por eso nos salen productos inciertos, incógnitas, variables independientes, integrales indefinidas, sistemas de ecuaciones, teoremas indemostrables, proporciones áureas, series significativas, humanidad entre paréntesis.


Te parecerá curioso, pero ahora que has decidido que cambiarás el modo de extender tu polvo de hadas y tu nueva tarea te permitirá escuchar por las mañanas esta radio que es la que siempre escuchas, podrás observar que abrimos y cerramos paréntesis con cada aleteo y que todas las sumas y los productos que has planteado han dejado en nada las divisiones y las diferencias y es curioso que sea hablando de Ramadán, cuando en estas líneas, compañero del alma, compañero, recoja para ti, que tanto has dado a quienes nadie les da nada, un guiño de admiración y reconocimiento.

sábado, 13 de junio de 2015

Por la noche, cuando pienso. (Audio)

Por la noche, cuando pienso. (En Hoy por Hoy León, 12 de junio de 2015)

Me decía ayer ilusionada una niña de trece años que había estado en el entrenamiento de la Selección y que había participado en la pitada a Piqué. Le pregunté por qué lo había dicho y me dijo que no sabía, que había pitado porque todos pitaban, pero no sabía por qué.

Vestida de rojo para la ocasión, la ciudad se enseñaba al mundo desde el césped del Reino de León, y el nombre de León, el recuerdo de su Reino, se vaciaba en el micrófono de los comentaristas deportivos y en los teclados de los que escribieron las crónicas. La consabida fiesta del fútbol, la consabida buena imagen de la ciudad, la consabida excelente acogida a nuestra selección. Todo consabido, relamido, repetido, puede que un poco revenido. Hasta que salió Piqué a calentar  y el estadio entero se vació en una pitada brutal. La niña del entrenamiento quizá tuvo tentación de seguir silbando en su casa, porque todos lo hacían. Estoy convencido de que muchos de los que silbaban en el Reino de León cada vez que el catalán tocaba una pelota sabían por qué lo hacían, o mejor dicho, creían tener una razón poderosa para hacerlo, pero, del mismo modo, creo no equivocarme si digo que otros muchos silbaban al futbolista un poco por envidia y otro poco por un perverso dejarse llevar, que es lo que está haciendo todo el mundo. Te aseguro que no me interesa en absoluto esta cuestión. Para mí no es relevante si Piqué es independentista o si lo que dijo en la celebración del título respecto a ese cantante amigo de Ronaldo es inapropiado, me parece una discusión artificial generada para llenar las horas muertas de la información deportiva una vez que se ha acabado todo. Y eso me da una idea: la mayoría nos dejamos manipular porque aquí estamos, una y otra vez haciendo lo que se espera que hagamos, mientras observamos de reojo al grupo para intentar hacer lo que los otros están haciendo. Es patético este juego de espejos en el que muy pocos son capaces de mostrar su autenticidad. ¿Y si fuera que la educación lo único que consigue es anularnos? No lo sé. En todo caso se trataría de un tipo muy primario de educación. Si somos educados, si sabemos mantener nuestras preferencias de orden personal, nuestros valores individuales, sociales, incluso morales, ¿cómo es que, en el fondo, esta historia de Piqué, nos hace su gracia? Para mí que está en nuestras manos modificar algo de eso y podemos hacerlo si empezamos a pensar en dar a la educación el valor que merece, porque solo si nuestros hijos y nietos son educados en un sistema educativo de calidad, seremos capaces de hacer, por lo menos, que todo el que pite tenga interés en saber, de antemano, por qué es por lo que está pitando.


En la tele, las gradas, el vestuario, el campo, se veían de primera. Hubiera sido una imagen fabulosa de no ser por ese pequeño asunto de la manipulación mediática, esa muestra de falta de libertad. También hubo algún pequeño detalle valioso. En una imagen fugaz que se vio por la tele, una joven mostraba un cartel en el que había escrito: “Felicidades, abuela”. He de decirte que sé que esa abuela es una mujer que se hizo maestra y que supo descubrir el valor de la educación, el valor de la libertad por encima de todas las cosas. Una idea que me aborda a veces, cuando cierro los ojos por la noche y pienso. Una idea recurrente en ese momento íntimo de profunda libertad. La libertad de que nadie se atreva a insinuarme si debo o no debo pitar.

viernes, 5 de junio de 2015

Farinato Race. (Audio)

Farinato Race. (En Hoy por Hoy León, 4 de junio de 2015)

Desde que lo probé en la Plaza de Ciudad Rodrigo, gracias a mi amiga Concha, mirobriguense de las de Carnaval del Toro y Campana Gorda hasta quedarse afónica, el farinato es una de esas pequeñas delicias que uno pone en su lista de las cosas que quiere volver a probar. No estoy hablando de bocados exquisitos ni sofisticados platos de imaginativa elaboración, que también me gustan, no vayas a pensar, sino de pequeñas obras maestras fruto de la necesidad o de la imaginación. Pienso en la tortilla guisada, la ropa vieja o, si me apuras, en la interminable lista de platos de cuchara que crecen en los fogones alimentados por lo que haya en la despensa, al calor de la improvisación y el genio de esa mano que sabe hacer de la necesidad virtud. Es, ahora que te imagino en la cocina peleándote con el guiso de hoy, en muchos sentidos salvar una carrera de obstáculos.

Te veo pelando las patatas mientras repasas mentalmente lo que queda en la alacena, lo que tienes en la nevera, calculando si puedes evitar un día más bajar al súper, porque sabes que salir a hacer la compra es otra carrera de obstáculos y la retrasas cuanto puedes. Y es entonces cuando escuchas el anuncio de lo del Farinato Race, la carrera de obstáculos extrema que se celebrará mañana en el Parque de la Lastra, con salida y meta en el parking de los campos de rugby del Área Deportiva de Puente Castro. He visto vídeos de algunas de las pruebas. No te haces idea del sufrimiento que propone esta carrera: saltar paredes, subir cuerdas, correr entre barrancos, por el agua, arrastrar neumáticos con cadenas, correr con troncos a cuestas, arrastrarse bajo alambradas de alambre de espino,… No sé decirte. A mí me duelen hasta las pestañas solo de pensarlo. “Alístate”, dice el reclamo de la empresa que organiza. No es apúntate, inscríbete, regístrate. Es un llamamiento a la guerra: “alístate”. Y así ocurre, que los participantes deben firmar un papel en el que se dicen cosas muy serias acerca de los posibles riesgos. Algo así como un cheque en blanco contra las responsabilidades de la organización. Y, lo curioso, es que, por lo que sé, la gente se apunta y participa en el evento y se lo pasa en grande dejándose la piel en los obstáculos. Creo que es que tenemos muy buen entrenamiento, aunque no nos damos cuenta. Estamos tan hechos a aguantar, tan acostumbrados a sobreponernos a cualquier obstáculo que llevamos un entrenamiento de primera para esto del farinato extremo. Pero, mira, Concha, no le veo yo la gracia al invento este del de tu pueblo y eso que creo que la idea ha tenido muchísimo éxito y hay hasta una especie de club en el que se habla de la Vida Farinata, una suerte de american way of life a lo Ciudad Rodrigo.


Hay un aspecto muy interesante en esto de la carrera de marras, porque es justo este fin de semana en el que los partidos políticos están acelerando el proceso de conversaciones para poder cristalizar algún acuerdo. Me imagino que la reunión del lunes será una reunión a la que todo el mundo llegue con los deberes hechos y que la negociación estará ya bastante avanzada, de modo que se hayan superado todos los grandes obstáculos. Una vez sobrepasada la barrera de la imputación para los electos y no encontrarse ninguno en este momento entre las filas del PP, parece que Ciudadanos ya no tiene reparos en permitir que Silván coja la vara de mando. ¡Cuidado con el guiso, que te tengo tan entretenida que se te quema!