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viernes, 19 de junio de 2015

Ramadán. (En Hoy por Hoy León, 19 de junio de 2015)

Desde que sale el sol hasta el ocaso. Es y no es una medida. Lo es, porque se trata de un modo de segmentar el tiempo y en cierto modo eso significa medirlo, pero no lo es porque para que se tratara de una medida tendría que ser un estándar y enseguida comprenderás que no es lo mismo decir desde que sale el sol hasta que se pone en el polo norte que en el sur. Y además ocurre que ese lapso, ese intervalo de tiempo,  no es el mismo tiempo al mismo tiempo, porque ni amanece, ni se pone el sol en el mismo instante en dos lugares distintos de la tierra. Así es que ese mandato del Ramadán del ayuno y la abstinencia desde que sale el sol hasta que se pone no se refiere a un intervalo de tiempo, sino, permíteme la cursilada, a un paréntesis de vida. Y ya sabes lo que opino de la vida y el tiempo, que no hay más tiempo que el de la vida y no hay más vida que la que se da en el tiempo. Por eso me importa poco medirlo y no hay comparaciones, porque la vida de cada uno es respecto al tiempo su propia medida y no se trata de vivir más o menos tiempo, sino de ser consciente de la vida en cada momento. Y ahí es donde entra en juego la interesante idea del paréntesis.

Imagino a millones de musulmanes observando el Ramadán. Aquí en León, en la puerta de la mezquita se veía mucha actividad esta semana, señal de que, como en todas partes, los mahometanos celebran la revelación divina al profeta Mahoma. Es como que hacen un paréntesis en su rutina y, aunque sigan con la misma actividad de cada día, cada gesto que hacen está marcado por su decisión de no ingerir nada desde el amanecer hasta el ocaso, hasta ese momento en el que se haya puesto el sol y tomen un dátil y un sorbo de agua y se cierre en una oración el paréntesis diario. La conciencia de estar en tiempo presente. Conozco a un estudiante musulmán del que hablaba Fulgencio en la tertulia de hace un par de viernes. Sus propios compañeros dicen de él que es una mente brillante, un cerebro para las matemáticas. Tendrá que resolver un paréntesis antes de seguir adelante con la ecuación de su vida, porque su familia ya no podía pagar el alquiler del piso y han tenido que emigrar más al sur, en busca de un trabajo de temporada. Será difícil que ese muchacho que hoy estará ayunando tenga la oportunidad de desarrollar su talento y las habilidades que ha adquirido. Si quieres que te lo diga en términos de economía, hemos invertido en un producto insostenible, pero ha valido la pena. A veces pienso que la tarea de educar tiene que ver más con la magia de la emoción, con el brillo del polvo de hadas, que con la bata blanca de la instrucción y la técnica. Por eso nos salen productos inciertos, incógnitas, variables independientes, integrales indefinidas, sistemas de ecuaciones, teoremas indemostrables, proporciones áureas, series significativas, humanidad entre paréntesis.


Te parecerá curioso, pero ahora que has decidido que cambiarás el modo de extender tu polvo de hadas y tu nueva tarea te permitirá escuchar por las mañanas esta radio que es la que siempre escuchas, podrás observar que abrimos y cerramos paréntesis con cada aleteo y que todas las sumas y los productos que has planteado han dejado en nada las divisiones y las diferencias y es curioso que sea hablando de Ramadán, cuando en estas líneas, compañero del alma, compañero, recoja para ti, que tanto has dado a quienes nadie les da nada, un guiño de admiración y reconocimiento.

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