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viernes, 29 de abril de 2016

¡Buen día y suerte en el examen! (Audio)

¡Buen día y suerte en el examen! (En Hoy por Hoy León, 29 de abril de 2016)

Ya sabes que me gusta contarte cosas que no tienen importancia. Me encanta hablar contigo de la importancia de las cosas. Me divierte el juego de desmontar las cosas importantes y terminar hablando de ellas como quien cuenta una historia en un ejercicio banal de diletancia. Me alimenta que me escuches cada viernes desde tu isla y que el puente que te trae a tierra sea el sonido de mi voz en tu cabeza. La radio tiene esta magia. Te hablo a ti y sabes que no es contigo con quien estoy hablando, porque me oyes decirte cosas que nunca antes has oído. Mi voz suena en tu memoria y reconoces que es a ti, como a todos, a quien estoy hablando ahora.

En cambio, hacemos de cada golpe de voz una cruzada, de cada pose, de cada dictado caprichoso de nuestra frágil voluntad un mundo de emociones, un vórtice, un torbellino que nos arrastra. Y nos dejamos llevar por él, buscando una salida al exterior, ignorando que en un tornado el punto más seguro está en el interior. Igual es que es mejor no resistirse, no rebelarse, no intentar cambiar lo que no tiene remedio. Yo te digo que nuestras acciones deben tender a la simplicidad. Fíjate que, con toda la complejidad de las noticias, me encuentro en un callejón sin salida cada viernes, cuando decido el tema de este comentario. Supongo que la actualidad me traería otra vez a hablar de la polémica sobre la ubicación del Conservatorio o de la cuestión de Triana y de su madre, pero, ¿quién quiere oír hablar de cosas tan complejas? Me apetece contarte algo sin importancia, algo que ocurrió el miércoles en la Casa de Cultura de Vilecha. ¡Mucho hablo de Vilecha últimamente! Igual es que cuando voy por allí noto que flota en la luz una intención sencilla en el modo de abordar cualquier tarea. ¿Ves? ¡Cosas sin importancia!


El miércoles, de lo que se trataba era de hablar de la escuela. La escuela de ayer y la escuela de hoy, no hubo quien se atreviera con la escuela del mañana. Tengo que decirte que había bancos de aquellos que tenían un agujero para el tintero y un espacio para el plumín, los habían traído de Trobajo del Cerecedo, junto con libros interesantísimos, pupitres centenarios, una mesa del profesor y otras curiosidades. La charla fue amena y relajada, sin prisa de ninguna clase, sin necesidad de precipitar las cosas, no fuera a ser que eso originara un sobrecoste. La idea que planeaba el miércoles era la de que no habían cambiado tanto las escuelas, salvo en lo material. Parecía como si el tiempo se nos deshiciera en los dedos. Entonces sacó Tomasa un cuaderno que traía como oro en paño, un cuaderno de hojas amarillas que se desmigaban al suelo al menor movimiento, como se desmiga un bizcocho cuando está esponjoso. Un primor de cuaderno, decorado en capitales caligrafiadas con el ritmo de la época, una caligrafía gótica que ya cada vez es más difícil de ver en cuaderno alguno. Y en una de las páginas, una frase repetida varias veces: los vivos están compuestos de células. Parece como si se hubiese quedado la palabra “seres” entre las manos de Tomasa, como si el hecho de pertenecer a los seres vivos no tuviera ninguna importancia, salvo el hecho positivo de la vida. ¿Ves como te hablo de asuntos banales? Mejor me callo y te digo, como hago siempre que mis hijos tienen que enfrentarte a uno, ¡buen día y suerte en el examen!

viernes, 22 de abril de 2016

Desportillados. (Audio)

Desportillados. (En Hoy por Hoy León, 22 de abril de 2016)

Veníamos hablándolo en el tren y lo había oído estos días en algún otro sitio: ¿qué estamos viviendo? ¿Unos tiempos de cambio o un cambio de tiempos? Me parece interesante el matiz, porque la diferencia entre decir que estos son tiempos de cambio o decir que se trata de un cambio de tiempos está en la intensidad, en la duración, en la profundidad del cambio. Parece que es más intenso un cambio de tiempos, como que eso lo remueve todo, lo cambia todo, haciendo que el escenario de lo que ocurre, el tiempo, sea sustituido, o por lo menos remendado, modificado. Se cambia un tiempo por otro. Lo que sucede sigue siendo lo mismo, pero sucede en atención a un tiempo diferente.

Por su parte, vivir en tiempos de cambio significa que ese escenario del que te hablo, ese fondo por el que transcurren las cosas, es permanente, pero propicia los cambios, permite que las cosas que ocurren ya no sean las cosas que ocurrían, sin que cambie el fondo del cuadro. Ya sé que te estoy haciendo un lío, que contarte estas cosas por la radio no es lo propio y menos en un viernes, cuando ya se acerca peligrosamente la hora de salir a tomar el aperitivo y debería, por lo menos, explicarte de qué va todo esto. Pues verás. Lo que me pasa, y creo que no es por la llamarada esa que dicen que ha dejado una cicatriz en el sol, que yo de eso me he enterado de rebote y tampoco tengo claro que sea una noticia puramente científica, es que siento que nada es firme bajo nuestros pies, que, en todas direcciones, se comprueban ejemplos de movimientos títere, oscilaciones tentetieso, desde las emociones, hasta las creencias y desde luego pasando por los hábitos. En medio de eso sigue operando la discusión sobre lo que está bien y lo que está mal, lo que alivia y lo que carga nuestra conciencia moral, solo que los términos de la discusión no son términos de bueno y malo, porque hemos introducido el relativismo moral en el discurso. Y te digo, como ya he hecho tantas veces, que soy incapaz de emitir un juicio al respecto, porque no tengo claro que esa oscilación sea tan mala, porque entiendo que el movimiento es lo que hace que sigamos vivos. Tiempos de cambio o cambio de tiempos, me doy cuenta de que nada permanece lo bastante para tener arraigo. ¿Que de qué estamos hablando? Pues supongo que hablamos de amor como no puede ser de otra manera. Ya sabes que solo el amor nos explica, que solo por el amor entendemos la belleza.


Así es que, cuando escucho la noticia de los despidos de la Caja, déjame que la llame de este modo, déjame que siga sintiendo que aunque son tiempos de cambio, ese cambio que hay en el tiempo deja algunas cosas como son, me doy cuenta de que aquello que iba a ser el músculo financiero, finalmente se convierte en poco más que una loncha de salami. Hablamos de la Caja e incluimos todo, todo lo que se mueve con ella, porque, como estamos viendo en la crecida de los ríos, los destrozos no los produce el agua, sino todo lo que ella lleva. Hablamos de esa decisión de recortar la plantilla de la Caja ya tantas veces recortada, acudiendo ya a todo eso que está a un paso de las jubilaciones. En el Portillo se sabe que hay secciones enteras que van a desaparecer, que aquella estructura en la que se creaban secciones en las que había jefes que lo eran solo de sí mismos o de uno o dos más es una estructura insostenible. Lo que pasa es que ahora se oye decir que unos serán despedidos y que otros serán recolocados en empresas del entorno de Unicaja y es por eso que te digo que estos tiempos de cambio o este cambio de tiempos, tú sabrás lo profundo que te puede llegar a resultar, trae consigo la evidencia del amor, porque, para cada traslado, cada despido, cada jubilación anticipada, hará falta una historia de amor.

viernes, 15 de abril de 2016

Whiplash. (Audio)

Whiplash. (En Hoy por HoyLeón, 15 de abril de 2016)

Como no sé si has visto la película, te lo tengo que contar. Se trata de un muchacho que toca la batería y que sueña con ser como Charlie Parker. Cuando está practicando, encerrado en un cuarto del conservatorio, tiene la fortuna de que el profesor más duro de la escuela de música en la que estudia se fije en él. No puedo darte muchos detalles por si no la has visto, pero te cuento que es una exageración del modo en que algunos profesores piensan que se debe enseñar a sus pupilos. Una derivación del ideal de la lucha por la superación y el modo de lograr el éxito.

Cuando éramos jóvenes había en la tele una serie que se llamaba Fama. Recuerda aquella mítica frase: “la fama cuesta y aquí es dónde vais a empezar a pagar con sudor”. Nada se consigue sin esfuerzo. Ningún artista puede decir que su obra no es fruto del trabajo, porque las musas, cuando llegan, tienen que encontrarte trabajando. Pero hay multitud de ejemplos en los que ese esfuerzo alcanza cotas desmedidas cuando se trata de la música o de la danza. Tiene que ver con la exigencia física, claro, algo que es absolutamente obvio cuando hablamos de danza, pero que también lo es en el caso de los instrumentistas. Los dedos, los labios, los brazos duelen hasta que el callo tapa la ternura de la piel y vuela fuera de sí el sonido que está del otro lado del mundo. Recuerdo las manos de Paco de Lucía, imagino las mejillas de Louis Amstrong, adivino el abandono de John Coltrane con los ojos cerrados al sonido de su saxo. Me vienen a la cabeza películas sobre el esfuerzo y el salto más allá de la pura técnica, títulos como El cisne negro o El último bailarín de Mao, pero hay cientos de ejemplos. Miles de historias que nos hablan de la dureza, del enorme esfuerzo que hay detrás de una ovación en un auditorio. Y esa historia de esfuerzo y dedicación empieza entre las cuatro paredes de una escuela de música.

Parece que por decisión de unos o de otros el nuevo Conservatorio de León quizá termine construyéndose a los pies del estadio. Quizá sea una vuelta a aquellos Juegos Píticos que se celebraban un año antes de las Olimpiadas en la antigua Grecia y que antes de incorporar pruebas atléticas consistían en concursos de música y canto. Lo que me parece raro es que la Consejería de Educación no haya hablado antes con la Directora del Conservatorio para explicar la decisión de hacer que la música salte el río y se esconda en los bajos del campo de fútbol. En el estado actual de las cosas imagino salas acolchadas para contener los lamentos de la Comunidad y veo las miles de firmas de protesta de los afectados desfilando ante los ojos de los técnicos de la Consejería. Un desconcierto que carece de partitura. Te aseguro que no sé predecir un final. Creo que, en la película de la que te hablaba al principio, a pesar de todo, se comprende que no todo vale y que hay situaciones que responden a esa oscura humanidad que provoca el horror, lo monstruoso.

Un ejercicio en una escuela de diseño consistía en eso, en hacer figurines desde la idea del horror humano. No digo yo que lo del Conservatorio pase del error al horror, aunque hay algo genial en la capacidad de hacer belleza con lo monstruoso. A una alumna se le ocurrió diseñar estampados con las imágenes de las lágrimas vistas al microscopio. Un salto hacia lo bello para sacar a la luz del día lo que esconden los focos.

viernes, 8 de abril de 2016

Dedicar la vida al bricolaje. (Audio)

Dedicar la vida al bricolaje. (En Hoy por Hoy León, 8 de abril de 2016)

Dice Enrique Rojas en un artículo sobre la madurez que “la vida no se improvisa” y que la ausencia de un proyecto de vida es una de las diez claves para descubrir una personalidad inmadura. Te digo que me cuesta saber si tengo claro cuál es ese proyecto de vida en mi caso, si realmente tengo definido un proyecto como tal o si, de forma inmadura, voy improvisando mi vida a medida que me van sucediendo cosas. Creo que la diferencia está entre quienes estamos controlados por la vida y quienes tienen la vida bajo control. Me cuesta decirte qué es lo preferible. Quizá tenga razón el conocido psiquiatra al denunciar la falta de control sobre la vida como un síntoma de inmadurez. Dice que la vida “necesita una cierta organización, un esquema que diseñe el porvenir”. Y lo comprendo, solo que también pienso que la vida es caos, desorden, sorpresa. No sé cómo dibujarlo en mis emociones.

Ayer fue noticia el rescate de una mujer que se quedó atrapada en un establecimiento que hay cerca del Arco de la Cárcel. La historia no tiene mucho interés, en principio: alguien que se queda atrapado en un comercio que se cierra al mediodía sin que los encargados de echar la trapa se den cuenta de que todavía queda una clienta dentro. La cosa se convierte en interesante cuando se dice que una abuela se quedó encerrada en un chino. ¿Por qué nos parece una noticia que una señora de setenta años se quede encerrada en un chino? Creo que es porque todos hemos sentido esa posibilidad paseando por los laberintos de este tipo de establecimientos. La posibilidad de verse atrapado en plásticos, lozas, telas, objetos inverosímiles al lado de los más cotidianos, una inmensidad de productos organizados con la exactitud científica de una mente perversamente estructurada, es algo que a todos los que nos hemos desorientado alguna vez en un chino nos aterra. Y lo que ocurre es que la vida es quizá como ese laberinto de estanterías, un flujo que sigue un orden exacto pero cuya comprensión excede los límites de lo humano. Por eso no me extraña nada que uno se puede sentir atrapado por la tela de araña de la vida y no encuentra el modo de salir al mediodía hasta que llega la policía y te saca.


¿Cuál es tu proyecto de vida? No me digas que cambias todo por una vida dedicada al bricolaje. No me digas que quieres dejar tus sentimientos en manos de un plano de hágalo usted mismo, que tu proyecto en la vida está tan planificado que basta seguir ordenadamente los pasos para armar un poco de felicidad. Una vida dedicada al bricolaje puede ser muy placentera, pero ¿y si terminas perdiéndote en las estanterías de un bazar? ¿Y si nadie viene a rescatarte? Llámame inmaduro, pero es que me cuesta escapar al caos de la vida. No termino de descubrir el orden que seguramente esté en la lógica de todo lo que existe. Es como si yo no supiera de qué manera están colocadas las estanterías de mi propio establecimiento. Pero dime cómo son estos proyectos de vida, dime, por ejemplo, quiero ser Santo, quiero ser poeta, quiero ser barbero de hospital, quiero ser artista de circo, quiero ser ganadero para poder derramar leche, quiero ser concejal para saludar a los votantes mientras como en un restaurante a toda velocidad, quiero ser uno que corre y come bombones, quiero ser cantante gitano para celebrar un ocho de abril infinito. “Si conseguir doblar, traer”, le dijo Chen a una que quería saber si se podía devolver un chubasquero. Esa es la otra parte, que una vez abierta, la vida no tiene vuelta.

viernes, 1 de abril de 2016

PiLA. (Audio)

PiLA. (En Hoy por Hoy León, 1 de abril de 2016)

Desde el año pasado existe en León una asociación que se ha dado a conocer como la PiLA, Profesionales de la Ilustración de León Asociados. Hoy te vengo a hablar de ellos porque esta tarde inauguran una exposición de portadas de clásicos de la literatura. Quiero decir que ese es el pretexto, el señuelo para dejar volar la imaginación y en agradecimiento y porque creo que te puede interesar, te doy toda la información: la inauguración es esta tarde a las ocho y media y la exposición quedará en Kanya Enmarcación, en la calle Monasterio, 5.

Pero te digo que eso es solo en agradecimiento a que la exposición haya disparado el revuelo de mis ideas, porque ni siquiera puedo saber si te gustan como a mí las ilustraciones o si te apetece salir de casa en esta tarde de primero de abril que ya, afortunadamente, nadie recuerda. Y el tema, por lo que te digo, no es ni la exposición, ni los libros, ni siquiera el hecho de que exista una asociación leonesa de ilustradores. El tema es que se unen dos palabras mágicas: pila e ilustración. Ahora que sabemos que la ULE es la universidad pública peor valorada de España según el informe de la Fundación BBVA, aunque cuente en su haber con Facultades con tanta historia como la de Veterinaria, por mucho que existan “Fenomenal”, “Ídolo”, “Draque” y “Gacel”, por más que nos empeñemos en empujar los nuevos grados y hacer creer que son carreras prestigiosas, viene el informe de la Fundación BBVA y nos ilustra, nos deja caer por encima de la nuestra la pila de universidades. Es verdad que alguna tiene que ser la última. Pero es una pena que sea la nuestra, teniendo, como tenemos, tanta historia a cuestas. La pila de historia.


La Ilustración es el concepto clave de la sociedad contemporánea. En el mundo de las ideas, siempre Kant aparece por primavera, la razón alcanza su mayoría de edad con la Ilustración. Por eso me gusta mucho la idea y me parece que la ilustración es la pila que mueve la historia. Ilustrar es hacer luz. Es iluminar. No es determinar, ni dirigir, sino abrir espacios, enseñar otras luces. Cuando leíamos los cuentos ilustrados de pequeños, o incluso de adolescentes, cuando ya de jóvenes o todavía hoy disfrutamos de las historias dibujadas, sabemos que el ilustrador no cierra el paisaje, sino que lo ensancha. Aquellos dibujos de las novelas de Salgari de las Grandes Aventuras Ilustradas de Bruguera no nos impedían imaginar a Kabir Bedi como el mejor Sandokan de todos los posibles y, aún así, a pesar de la televisión, las ilustraciones nos permitían elaborar un universo de imágenes propio. La pila de imágenes. Es como decir que no existe más Quijote que el de Doré o que Corto Maltés solo existe en tu imaginación como lo dibujó Hugo Pratt. Es lo que distingue al arte de la técnica, que la técnica determina y el arte se sirve de la técnica para ensanchar la experiencia que podemos tener del mundo. Pero hay ilustraciones que no son de clásicos, aunque puedan convertirse en tema clásico. Hablo otra vez de la ULE. En la misma página de Radio León se leían ayer la pila de noticias sobre nuestra universidad: la ya señalada del ranking, la insinuada de los sementales de la Facultad de Veterinaria, ya sabes, “Fenomenal” y compañía y la de la restricción a mayores de dieciocho años de la “Espicha de Económicas”. También había un titular que decía así: “La mitad de la población activa de entre dieciséis y veinticuatro años ha abandonado León”. La pila de gente. Otra ilustración.