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viernes, 2 de junio de 2017

Corazón tan grande, corazón tan blanco. (En Hoy por Hoy León, 2 de junio de 2017)

         Igual no sabes que la Cultural ha ascendido a Segunda División. Si eres uno de esos poquísimos habitantes de León que todavía no se ha enterado, me gustaría decírtelo: la Cultural, en un partido que terminó en fiesta, remontó un gol en contra que le marcó el Barcelona B en la primera parte; acabó ganando con un golpe de fortuna para el empate y un descorche de gloria al despejar las telarañas de la portería contraria un chupinazo de Gallar, con lo que sube a Segunda División a lo grande, quizá, con permiso del Lorca, con quien juega otra vez este domingo, proclamándose campeón de Segunda B. Me encanta esta falta de concordancia entre “la Cultural” y “campeón”, una discordancia que terminó el domingo después de cuarenta y tres años de espera.

         Ya lo sabías, ¿verdad? Incluso tú que escuchas desde Bruselas o que te enchufas a la radio cuando puedes para oír este comentario en Madrid, en Toledo, en Málaga y que no estás muy al día en lo del fútbol, es posible que ya lo supieras, pero, si no lo sabías, me encanta haber podido darte la noticia. Es quizá una de las cosas más gratificantes que puede hacer un ser humano: dar noticias, dar buenas noticias, claro. Y no me digas que no te interesa el fútbol, porque eso es indiferente para la alegría de esta noticia. La del ascenso no es solo una buena noticia deportiva, es emocional, es económica, es cultural. ¿A que ahora sí te gusta la redundancia? La noticia del ascenso de la Cultural es cultural. Y si me dejas retorcerlo un poco, voy a decir que es una noticia “escultural”, pero esto ya es casi una bobada. Lo que pasa es que me atrevo a hacerte el chiste barato porque estoy viendo que usamos las palabras abusando de significados que en el lenguaje más cotidiano nos parecen ocultos. ¿Por qué no decir que el de la “Cultu” es un ascenso “escultural” si se puede decir que el encargado de “remover” al fiscal anticorrupción es el Fiscal General? Yo entendía que cuando alguien deja su cargo es despedido, cesado, destituido, pero esto de “removido” me duele en las entrañas, aunque sea correcto decirlo. Te diría que se me remueven las tripas, pero no me atrevo, no sea que se me vayan fuera de mí. Ya sé que es un uso del verbo “remover” aceptado por la RAE, como también terminará aceptando otros muchos términos que no están todavía en el diccionario; “macrocardia” y “megalocardia” he estado buscando esta mañana. Es algo maravilloso que tiene la lengua: genera realidad.


         Lo de la macrocardia es por el ascenso. Me apetecía contar la tarde del Reino de León como si la afición tuviera un solo corazón, un enorme corazón único, un corazón enfermo de megalocardia, un corazón tan grande que padeciese una macrocarditis, si es que eso existe en el mundo real ya que no en el de las palabras. Con el permiso de Javier Marías, valdría decir Corazón tan blanco, porque era un único corazón enorme vestido de blanco. Eso sí, un blanco Cultural, un blanco León, un blanco sentimiento de pertenencia, un blanco posibilidades turísticas para la ciudad. Es este corazón tan grande una prueba de que hay cosas que podemos hacer todos juntos. Una pena que por ahora solo sea el fútbol. Tiempo vendrá en el que sepamos latir a la vez por otras causas.

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