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viernes, 10 de noviembre de 2017

Monstruos de bolsillo. (En Hoy por Hoy León, 10 de noviembre de 2017)

La información que aparecía ayer en un periódico de la capital, según la cual un juzgado de León investiga una posible conexión de la ampliación del contrato del agua de San Andrés del Rabanedo con la operación Pokemon, me trasladó a los tiempos en los que mis hijos veían aquella serie infantil. “¡Hazte con todos!”, era el grito de guerra. Había unas bolas que se vendían en los quioscos con las que se podían atrapar los Pokemons, nada que ver con la sofisticación del Pokemon go que se instaló en los móviles de millones de personas hace un par de veranos. De las rudimentarias trampas físicas con las que los niños intentaban atrapar sus pequeños monstruos de juguete a la sofisticación de la caza virtual, pero sin perder la filosofía del atrapar. Esa es la idea: “¡Hazte con todos!”.

Así es que la noticia de la investigación del número cinco en relación a los contratos de suministro de agua del Ayuntamiento de San Andrés me sugiere por lo menos tres vías de reflexión: la del agua misma, la del mandato de hacerse con todo y la de los Pokemons, esos monstruos de bolsillo.

Que el agua es oro lo hemos aprendido desde muy niños los que hemos nacido en las tierras del sur. Hace algunos años, cuando en Galicia todavía llovía de verdad, me parecía inaudito ver correr el agua por el monte sin que nada la recogiera. Me asombraba tanto derroche. Ahora ya todos vamos sabiendo que el agua es un bien preciado y comprendemos por qué circula tanto dinero a su alrededor. Quizá es eso lo que impulsó en su día a algunos directivos de aquella desaparecida empresa de aguas que movió cielo y tierra para conseguir contratos en aquel momento de euforia en el que la proclama de la vida económica era ese “hazte con todo”. Es un afán que me parece tan humano como reprochable y entiendo el impulso de acumular, de recoger, de acaudalar y ya ves que me salen verbos que se llevan muy bien con el agua, aunque en realidad de lo que estamos hablando es sencillamente de dinero. La gallina de los huevos de oro ha sido la cosa pública con esa capacidad gomosa para el endeudamiento, gomosa digo por plástica, elástica y pegajosa. Ayer casi me mareo cuando escuchaba las cifras de endeudamiento del Ayuntamiento de Madrid, que hablamos de miles de millones de euros como si no tuviera que pagarlos nunca nadie. Es como el agua, que diría Camarón, como el agua clara que baja del monte, esa que me dejaba estupefacto detrás de una curva en aquella divina tierra gallega.


Y hoy se ocupan de ello los juzgados. Aquellos polvos se mezclan con el agua y nos traen estos lodos, porque no es posible atraparlo todo y además ocurre que las pisadas en el barro, si es que las hay, dejan marcada una huella que permanece en el tiempo cuando se seca. Cada uno se las tiene que ver con sus monstruos. Cada uno siempre termina mirándose cara a cara en el espejo de su monstruosidad, porque todos somos pequeños monstruos en algún aspecto, incluso en el de la corrupción. Todos hemos sido pequeños corruptos en la medida de nuestras posibilidades y a muchos nos ha cegado el afán de atrapar todo lo más posible en algún momento de la vida. Es un error. Sabes que es un error. Sabes que es mejor no tener monstruos en el bolsillo, aunque eso suponga tenerlo completamente vacío.

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